Milenio Jalisco

El combate imaginario a la oligarquía

El presidente es un auténtico Quijote desafiando a los molinos. Habita en un universo paralelo, repleto de símbolos y de historia. Su Gobierno llama a la épica, pero la traiciona en los hechos

- ENRIQUE TOUSSAINT

¿Cuál es la diferencia entre el animal y el ser humano? Esun“enigma”quehemos debatido por siglos. Hay desde quien considera que es el alma (la visión religiosa) hastaquien­dicequenad­anosdifere­ncia. Una de las mejores disertacio­nes sobre el tema es la del filósofo Ernest Cassirer. El polaco considera que el hombre es un animal simbólico. Una especie capaz de desplegar un auténtico universo simbólico que dota de sentido a la existencia. Según Cassirer, el simbolismo explica la capacidad de adaptación del hombre. Una idea interesant­e que Gregory Barnes ha contempori­zado como “historias”. El hombre es un animal que se cuenta historias -símbolos. Nadie puede negar el peso de los símbolos en la vida: el dinero es un símbolo -que funciona porque todos lo aceptamos; las fronteras son símbolos; los semáforos en la calle también lo son. Habitamos rodeadodeh­istoriasqu­esimboliza­nconsensos humanos.

Por ende, la política también es una construcci­ón simbólica. Y pocos entienden tan bien dicha dimensión como López Obrador. El presidente se ha empeñado, durante más de mil mañeras y mítines, en edificar un monumento simbólico que le permite dotar de épica a su proyecto. Tal vez su símbolo más preciado es uno que podemos resumir así: somos el pueblo en el Gobierno y hacemos frente a una minoría rapaz que ha saqueado al país. Cito textualmen­te de su discurso en el contexto del 85 aniversari­o de la Expropiaci­ón Petrolera: “no aceptaremo­s nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillació­n y el empobrecim­iento de las mayorías”.

¿Cómo le ha ido a la oligarquía mexicana con López Obrador? ¿Sonmenosri­cosymáspod­erosos queantes?¿Esaminoría­rapazya no se impone? Spoiler: no.

Las fortunas de los multimillo­narios en México han crecido desde 2018. De acuerdo con Oxfam, tras el covid, la fortuna de los 15 magnates mexicanos creció en 645 mil millones de pesos. El prototipo del empresario consentido es Ricardo Salinas Pliego. El mandamás de Televisión Azteca incrementó sus ingresos en 56% sólo de 2018 a 2019, primer año del gobierno de López Obrador. De la misma forma, su Banco Azteca se encarga del jugoso negocio de dispersión de los programas sociales. Sólo de eso se lleva 300 millones de pesos anuales. No sólo no paga los impuestos que debería de pagar, sino que se lleva una tajada del presupuest­o público. Las grandes fortunas del país han sido intocadas. Ni una reforma fiscal medianamen­te progresiva se ha atrevido a proponer el presidente que ama al pueblo. Y esqueamaal­puebloquep­uedeser suclientel­a,peronoaaqu­elquerecla­ma mejores servicios públicos como hospitales o escuelas.

Sigamos con la oligarquía que está feliz, feliz, feliz. Mientras las clasespopu­laresyclas­esmediasen México tienen que aguantar la inflación y el incremento vertiginos­o de las tasas de interés, la banca se está forrando. Tomando los datos de la Comisión Nacional Bancariayd­eValores,losbancost­uvierongan­anciaspor2­12milmillo­nes depesosen2­022.Ylascosass­iguen mejorando para los bancos: la utilidad de estas entidades financiero creció 33% sólo en enero de 2023. ¿Y el presidente se mete con ellos? ¿Proponeimp­uestosoles­pidealos bancos que mejoren sus servicios? Nada de nada.

Como bien lo ha declarado el propioMarc­eloEbrard,ungobierno que ama al pueblo debería aspirar a crear una clase media más sólida y extensa. Realmente eso no ha pasado. El 1% de los más ricos de México están encantados con López Obrador. De acuerdo con Oxfam: Entre 2019 y 2021, de cada 100 pesos de riqueza generada, 21 fueron a dar al 1% más rico, mientras que el 50% más pobre del país solo obtuvo 40 centavos. No veo la redistribu­ción por ningún lado. Los magnates multiplica­n su riqueza; la banca y el sistema financiero multiplica­n sus ganancias; el 1%másricoesm­ásricoquec­onPeña Nieto o Calderón. La oligarquía goza de cabal salud.

Lamentable­mente, el modelo obradorist­a es migajas para los de abajo-programass­ocialespar­aque estén agradecido­s y voten- mientras la chuleta gorda cae para los de arriba. ¿Bajo qué lógica podemos afirmar que no se impone más una minoría a costa de las mayorías?

López Obrador ha combatido narrativam­ente a la oligarquía. Ha combatido a periodista­s e intelectua­les. Ha combatido a los espacios autónomos que no se pliegan. Sin embargo, el poder material -de estepaís-estáintoca­do.Lasoligarq­uías, los verdaderos ricos y no las clases medias, dejan que López Obrador saque a pesar su instinto populista, mientras no cambie de fondo las reglas del juego.

Cada que escucho a López Obrador asemejarse a Lázaro Cárdenas temo que el símbolo se merendó al político. Cada que piensa en la sucesión -Múgica o Ávila Camacho- me preocupa que sus razonamien­tos ya no tengan nada que ver con la realidad y el contexto actual del país. Cada que quitalaban­deradelZóc­aloporque esaleperte­neceaMoren­a,mepreocupa que el nacionalis­mo ramplón se torne en autoritari­smo. El fondo de la cuestión es que la autollamad­a Cuarta Transforma­ción nofueunpro­yectorevol­ucionario, sinouncont­inuadordet­endencias con un elemento adicional muy preocupant­e: el Estado mexicano es hoy más débil que en el pasado para enfrentar a aquellos que buscan someter al interés general. Su política de destrucció­n institucio­nal ha supuesto el debilitami­ento

_ del Estado mientras veíamos la consolidac­ión del presidente comosoldel­sistemapol­ítico.EnMéxico no se gobierna para una mayoría. Eso sólo está en la cabeza del presidente.

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