El putinismo de guerra
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Con más de 87% de votos Vladimir Putin comienza su quinto mandato (tercer mandato consecutivo desde 2012). De manera evidente, este porcentaje es el resultado de la cada vez mayor implicación del presidente dentro la sociedad y del poder político rusos.
La elección de Putin con ese porcentaje sorprendió incluso a expertos y analistas, que conocían los resultados de varias encuestas y que daban al presidente el triunfo con alrededor del 80%.
El resultado muestra que las elecciones en Rusia se trata más bien de un “plebiscito” en donde los electores saben y están conscientes del autoritarismo que caracteriza al régimen.
Una reciente encuesta interesante ilustra este propósito: la mayoría de los rusos apoyan “la operación militar especial”, es decir, la guerra, pero preferirían que ésta se terminara pronto.
Para Putin este ejercicio al que otorga gran importancia —en general los regímenes autoritarios acuerdan mucha relevancia a los formalismos políticos— sirve como prueba del buen funcionamiento del sistema.
El sistema político erigido por el presidente Putin en el transcurso de los últimos veinte años, es tan singular que ha sido lugar común llamarlo “putinismo”.
¿Por qué la sociedad rusa ha aceptado los términos de este sistema político caracterizado por la restricción de las libertades y la centralización del poder?
No hay duda sobre la recuperación del Estado y de las finanzas públicas, así como del crecimiento económico observado durante sus primeros mandatos (7% anual entre 2000 y 2008) en comparación con el caos y la crisis económica que prevalecieron durante el periodo de Yeltsin.
Gracias a este contexto de estabilidad económica y política disminuyó la pobreza de manera significativa, mejoró el nivel y la calidad de vida de los rusos y se formó una clase media.
El presidente también ha ido delineando un discurso político y cultural durante sus últimos mandatos para cimentar con una base histórica, filosófica y política al régimen ruso. De tal forma, se ha erigido como el defensor de Rusia contra un Occidente que busca perjudicarla.
Por el momento, la sociedad rusa parece seguir apoyando de manera general esta guerra en parte porque a pesar de las decenas de miles de muertos, la contestación no es muy visible en las grandes ciudades rusas.