Teatro. Un dios salvaje demuestra todo su poder en regreso a CdMx
El hartazgo por pretender que todo está bien nos lleva a sacar nuestro lado más violento
En 2007 la dramaturga francesa Yasmina Reza publicó su obra Le Dieu du Carnage, que se presentó un año después en París; desde entonces ha tenido múltiples adaptaciones en Londres, Nueva York, España, Latinoamérica e incluso una adaptación cinematográfica dirigida por Roman Polanski.
Actualmente se presenta en el Teatro Milán de Ciudad de México una nueva temporada de Un dios salvaje, la versión del director queretano Miguel Septién, producida por Pablo Perroni, quien también protagoniza esta comedia negra junto a Fernanda Borches, Flor Benitez (supliendo a Tato Alexander) y Chumel Torres.
Dos parejas se reúnen para discutir la agresión que cometió el hijo de una de las parejas hacia el hijo de la otra; lo que comienza como una reunión pacífica y civilizada va escalando en una serie de discusionesquetiranlasmáscaras sociales de los presentes al grado de sacar sus verdaderas caras de manera explosiva y primitiva.
“Es jugar un poco con la tesis de ¿qué es inherente al ser humano: la violencia o la conciliación? —comentó el director de escena y diseñador de vestuario Miguel Septién, hablando sobre cómo la obra representa el dilema—. La idea es reconocer los puntos más salvajes que tiene cada uno, reconocer las heridas, trabajarlas y tratar de empatizar con las que tiene la persona de enfrente”.
En palabras del director, si bien es una pieza que cuestiona en todo momento, “es también una comedia muy disfrutable”.
Pablo Perroni destacó la generosidad de Chumel en el escenario, la capacidad de Miguel para profundizar más en ese lado salvaje, y el privilegio de contar con Flor en esta temporada.
“Algo de lo que más disfruté de la obra para los cuatro fue poder hacernos mierda entre nosotros, sabiendo que no va a haber ninguna consecuencia en la vida re