P. Diddy y asociados
Estamos en tiempos en los que cualquier personaje que sea suficientemente provocador tiene más alcance en redes sociales que en los medios de comunicación. Y peor aún, cuando esto pasa el mero hecho de la viralidad de la opinión de esos personajes se vuelve noticia en sí, acabando en los portales de esos mismos medios que ya no investigan el tema original, porque tiene mucho más tráfico digital una opinión controvertida que un hecho confirmado; esto va empeorando.
Por eso tenemos que ser muy cuidadososconinformación,como la de P. Diddy, el rapero que efectivamenteestásiendocateadoporla ley e investigado por temas de tráfico de personas y agresión sexual. Lo digo porque hay miles de cosas que podemos especular; a falta de información, las notas y opiniones que más rápido encuentran ojos y oídos son las más sensacionalistas, como adivinar cuáles de sus socios o amigos famosos están implicados, o incluso las que vienen con agenda: como incluir el nombre del príncipe Harry en los posibles participantes en un círculo de pedofilia, cuando la realidad es que solofuemencionadocomoalguien a quien el también productor invitaba a sus fiestas para hacerlas más atractivas para sus asociados.
Vivimos en tiempos de conspiraciones y opiniones de todo, así que si hay que agregar algo a esta discusión: yo quisiera abogar por la cautela, estamos hablando de temas muy serios que ocurren en mucho niveles.
El abuso y tráfico de personas vulnerables es demasiado real como para ayudar a hacer aún más turbio el acceso a la verdad. Si nos distraemos hablando de que si Beyoncé o Justin Bieber, sin tener ninguna verdadera razón para hacerlo, la advertencia y el cuidado que viene de la mano con esta información se pierde por completo, y las victimas y sobrevivientes de estos horrores son muy mal servidos por quienes deberíamos informar más que entretener.