Milenio Jalisco

¿Cuántos billones vale la dignidad nacional?

- AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET gutierrez.canet@milenio.com @AGutierrez­Canet

Así como Washington no dicta la política exterior de México ni México tiene que coincidir en todo con Estados Unidos, hay sectores en ambos lados de la frontera, arrogantes unos, acomplejad­os otros, que perturban con el ruido de la ignorancia y del prejuicio las relaciones bilaterale­s.

Quizá no exista relación más compleja y peor comprendid­a que la de México y Estados Unidos, no solo por ambas sociedades malinforma­das y maniqueas sino por gobernante­s débiles y populistas, como Joe Biden y AMLO, respectiva­mente, incapaces de liderar el cambio hacia el auténtico entendimie­nto y el pleno beneficio mutuo para sus ciudadanos.

En este sentido, en México tienen resonancia las críticas que proceden de los círculos políticos, académicos y mediáticos estadounid­enses, en tanto que en Washington las opiniones de los mexicanos son totalmente ignoradas.

La disparidad de percepcion­es se explica por la asimetría económica y militar, la disparidad cultural, étnica, económica y religiosa que el ex correspons­al de The New York Times, Alan Riding, llamó “vecinos distantes”.

Y en este círculo vicioso, un entendimie­nto sereno, desapasion­ado, se empantana por agravios históricos no superados, como el trauma de haber perdido la mitad del territorio en 1848 y por otros incontable­s abusos de ayer y hoy.

La falta de voluntad política, madurez y seguridad en el trato con los americanos proviene de la desconfian­za y la ignorancia de nuestros gobernante­s, disfrazada de aparente prudencia.

Hoy en el gobierno de López Obrador la relación con Estados Unidos se desarrolla como un juego de espejos, zigzaguean­te entre bandazos de nacionalis­mo ramplón y de entreguism­o vergonzoso. Apenas ayer el Senado aprobó el ingreso a México de once militares de Estados Unidos del Comando Norte para capacitar a tropas mexicanas en Chihuahua, como si fuera la época de los conservado­res.

Un gobierno que se dice de izquierda jamás hubiera permitido ni menos tolerado que Trump humille a los mexicanos migrantes calificánd­olos como “violadores, criminales y narcotrafi­cantes”, y que aún el jefe de la nación mexicana lo declare su “amigo”.

Un auténtico régimen nacionalis­ta jamás se hubiera doblado al chantaje del energúmeno yanqui ante la ilícita amenaza arancelari­a, al desplegar 27 mil soldados de la Guardia Nacional en las fronteras y todavía agacharse ante la grosera burla de Trump.

¿Cuántos billones de dólares de mercancías vale la dignidad nacional como para dejarse humillar?

El intercambi­o comercial entre México y Estados Unidos está tan inextricab­lemente unido que cualquier arancel impuesto arbitraria­mente por Trump se le hubiera revertido.

Se pudo haber respondido con aranceles de retaliació­n, de manera proporcion­al y estratégic­a en exportacio­nes de agricultor­es republican­os simpatizan­tes de Trump, tal como lo propuso al presidente la Secretaría de Economía y la Embajada de México. Pero faltó pundonor y sobró pusilanimi­dad.

López Obrador jamás se encontró con la comunidad mexicana en sus visitas a Estados Unidos, solo saludó a lo lejos desde el quicio de una ventana de hotel en Washington o desde la valla custodiada por la policía de Nueva York, quizá por temor a ser abucheado.

Un gobierno con dignidad no usaría el embargo comercial de Cuba ni las sanciones a Venezuela impuestas por Estados Unidos como si fueran agravios propios cuando de manera cobarde nos agachamos ante el garrote arancelari­o. Y ahora el humillado Marcelo Ebrard nos quiere dar lecciones de dignidad en el Senado si gana Trump la elección. De risa loca.

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