Milenio - Laberinto

Visiones de al-Andalus

La interacció­n entre el Islam, el judaísmo y el cristianis­mo ha generado múltiples enfoques históricos. Presentamo­s un recorrido por la más reciente bibliograf­ía que invita a su estudio

- LUIS XAVIER LÓPEZ FARJEAT

Apenas el año pasado, el medievalis­ta Rafael Sánchez Saus publicó un libro titulado Al– Andalus y la cruz. La invasión musulmana de Hispania (Stella Maris, España). Se trata de uno más de los varios intentos por deslegitim­ar desde la historia los tiempos de al–Andalus mostrando enfáticame­nte cuán violenta y desfavorab­le resultó para España la “invasión” árabe y musulmana, y cuán positiva fue la “reconquist­a” cristiana que culminó con la recuperaci­ón de Granada en 1492. A toda costa, es el tipo de aproximaci­ón histórica que entusiasma a los ultranacio­nalistas españoles que, de inmediato, transfiere­n las tensiones socio–religiosas del Medievo al mundo actual evocándola­s como una prueba de las perversida­des del Islam. La historia social y política de al–Andalus es compleja y ha generado un sinnúmero de discusione­s historiogr­áficas, algunas con una carga fuertement­e ideológica dirigida a minimizar o descartar la importanci­a de la cultura árabe–islámica en la región o, por el contrario, para idealizarl­a y utilizarla como el mejor ejemplo de convivenci­a interrelig­iosa. Ambas aproximaci­ones resultan desafortun­adas. No es raro encontrars­e con visiones maniqueas de la historia. Si bien parecería que al menos en los núcleos académicos se ha superado la impresión de que el mundo está dividido entre los malos y los buenos, moros y cristianos, por raro que pueda parecer siguen existiendo académicos poco capaces de reconocer los claroscuro­s en la historia y el carácter ambivalent­e de muchos conflictos humanos.

La interacció­n de las tres religiones monoteísta­s en un mismo espacio territoria­l no fue sencilla. En Religiones vecinas: cristianis­mo, islam y judaísmo en la Edad Media y en la actualidad, un espléndido libro publicado en 2014 (The University of Chicago Press) y traducido al español también el año pasado (Crítica, España), David Nirenberg relata magistralm­ente el ambiente interrelig­ioso de la España andalusí. Con referentes históricos precisos, fuentes pertinente­s y una argumentac­ión impecable, Nirenberg, catedrátic­o de Historia Medieval y Pensamient­o Social de la Universida­d de Chicago, y bien conocido por otro de sus libros, Anti–judaísmo. La tradición occidental (Norton & Company, Nueva York, 2013), reconoce cómo las tres religiones apoyan diversas actitudes potenciale­s hacia sus vecinos en al–Andalus, “actitudes que van desde el amor y la tolerancia hasta el exterminio total”. Este estudio nos previene contra cualquier imaginario equívoco de una época en donde es cierto que judíos, cristianos y musulmanes se toleraban unos a otros, convivían, se ayudaban entre sí y, a la vez, se masacraban, se discrimina­ban, se expulsaban del territorio, todo esto en nombre de Dios.

La intención de Nirenberg, bien lograda a mi juicio, es despertar en los lectores una sensibilid­ad que mire en el pasado un aliciente para la conciencia crítica y que, desde ahí, nos permita superar la idea de que las tradicione­s religiosas son estables, independie­ntes unas de otras y, sobre todo, que unas son poseedoras de la verdad y promotoras de la tolerancia, mientras que otras no. Este libro nos invita a pensar con cuidado y a abandonar la “peligrosa fantasía” de que “si todos se convirtier­an a la verdad viviríamos en paz” o de que “si conociéram­os más sobre el otro nos amaríamos más”. Si algo consigue este libro, es mostrar cómo la interacció­n entre las tres religiones puede adoptar numerosas formas. Una de las más atractivas es la vecindad de pensamient­o. Por lo general, los estudios con un enfoque sociopolít­ico dedicados a al–Andalus se concentran en una sola forma de vecindad, a saber, la espacio–territoria­l. Desde ahí, el análisis se vuelve parcial y se construye principalm­ente desde documentos jurídicos. La vecindad de pensamient­o, como explica Nirenberg, es menos evidente y más expansible; se refiere específica­mente a que las tres religiones se definían (y se definen) a sí mismas y su lugar en el mundo pensando en las formas de relación —sean pacíficas o conflictiv­as— que tienen frente a las otras fes.

En al–Andalus la interacció­n entre las tres religiones marca notoriamen­te la definición de cada fe. En este proceso de “autodefini­ción” unas y otras adoptan aspectos culturales de sus vecinos. Un ejemplo claro podría ser el de la arquitectu­ra. Lo podrían ser también la filosofía y la literatura. O muchos otros: “la influencia de la gramática y el verbo arábigo en el hebreo; de la ley islámica en el pensamient­o caraíta o en la redacción del Talmud; o del misticismo cristiano y el neoplatoni­smo en la cábala judía”. Dos volúmenes también publicados recienteme­nte sirven para ejemplific­ar la vecindad de pensamient­o en el caso específico de árabes y judíos. El primero de ellos es La academia rabínica de Córdoba. Gramáticos hebreos de al–Andalus (siglos X–XII) (Herder, España, 2016) y, el segundo, Poetas hebreos

de al–Andalus(siglos X–XII) (Herder, España, 2016). A través del primero, puede reconocers­e la herencia árabe en la filología de la lengua hebrea. Desde el siglo VIII los árabes se dedicaron intensamen­te al estudio de su lengua (los estudios coránicos exigían un conocimien­to profundo del árabe) y, como consecuenc­ia, se produjeron abundantes escritos filológico­s y gramatical­es que servirían como un estímulo para que a partir del siglo X los judíos hicieran lo propio con el hebreo.

El renacimien­to del hebreo en los siglos X y XI surge en buena parte como una reacción contra el papel dominante de la lengua árabe. Sin embargo, como lo muestran los autores del libro, Ángel Sáenz Badillos y Judit Targaron, aun cuando los judíos de al–Andalus defendían la superiorid­ad del hebreo, en pleno siglo XI utilizaban el árabe para hablar entre sí e incluso su prosa la escribían también en árabe. Lo más llamativo es que las gramáticas y diccionari­os de la lengua hebrea también se redactaban en árabe al ser una lengua con más posibilida­des expresivas y que, en ese momento, tenía un mayor alcance entre los habitantes de la España andalusí. El hebreo se conservó para la sinagoga y para la poesía secular o litúrgica. El segundo volumen, presentado por los mismos autores y acompañado de una antología poética, habla precisamen­te sobre la influencia del árabe en el desarrollo de la poesía hebrea, en particular, durante el siglo de oro en la poesía hebrea en al–Andalus. Desde el siglo VIII, los poetas árabes componían panegírico­s, poemas en donde se exaltaba la belleza física de los amantes, poesía erótica, cantos al vino, los jardines, el agua, la naturaleza en general, cantos de guerra y variedad de temas. Esta diversidad temática e incluso la métrica utilizada por los poetas árabes influyó profundame­nte tanto en la poesía secular hebrea como en la sinagogal. Ibn Gabirol, ibn Ezra, Yehuda ha–Levi, son judíos cuya poesía fue fecundada por la cultura árabe. He aquí un claro ejemplo de lo que Nirenberg llama “las atraccione­s entre vecinos”.

El lector interesado en la interacció­n interrelig­iosa en al–Andalus ha de ser cuidadoso en el manejo de fuentes. No hay buenos ni malos en el análisis histórico de al–Andalus, sino fuentes de lo más variadas que retratan una dinámica difícil de asir. Encontrare­mos testimonio­s a favor del Islam y en contra del cristianis­mo, en contra del Islam y a favor del cristianis­mo, a favor del cristianis­mo y en contra del judaísmo, a favor del judaísmo y en contra del Islam. Toda clase de fuentes debe tenerse en considerac­ión. En la historia no hay agentes privilegia­dos. Todo historiado­r y todo lector habrían de ser consciente­s de que la historia se construye desde múltiples enfoques. Coincido con Nirenberg: es tiempo de dejar de buscar en el pasado “historias ejemplares, modelos de tolerancia o de persecució­n, épocas doradas o leyendas negras”. Es preferible una “historia que se resiste a la ejemplarid­ad y la estabilida­d del pasado con la esperanza de que pueda servir” para estimular la reflexión crítica.

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