Milenio - Laberinto

La nueva guerra santa

- ALONSO CUETO

Cada época está definida por la naturaleza de los juegos con los que se obsesiona. Hoy en día, nuestra obsesión creciente es el futbol, un deporte creado por Henry de Winton y John Charles Thring en la Universida­d de Cambridge. Fueron ellos quienes en 1848 inventaron las reglas para un juego que se parece mucho al que hoy conocemos. Luego el Código de Sheffield iba a ampliar esas reglas. El nacimiento oficial del deporte ocurre sin embargo el 26 de Octubre de 1863 cuando Ebenezer Cobb Morley cita a un grupo de amigos y representa­ntes de clubes a la Taberna Freemason, en Londres. El propósito era tomar unas cervezas y de paso, pensar en un reglamento para el juego. En esas reuniones los ciudadanos de la ciudad de Rugby eran partidario­s de que el reglamento permitiera usar las manos mientras que los de Harrow proponían que solo se usaran los pies. Como no se llegó a un acuerdo, los partidario­s de que se jugara con las manos, que ya tenía una tradición en Inglaterra, le pusieron su nombre a una nueva asociación que se iba a inaugurar en 1871. Pero la Football Associatio­n había nacido. En ese mismo año se jugó por primera vez la Copa de Inglaterra. En 1872, se enfrentaro­n dos seleccione­s de futbol, las de Inglaterra y Escocia (empataron cero a cero). Al parecer, el nombre de “soccer”, como es conocido en Estados Unidos, vino de una contracció­n de Associatio­n.

Desde entonces un fantasma recorre el mundo, la pasión por el futbol. Fueron los escritores quienes lo vincularon con la vida. Albert Camus en “Lo que me enseñó el futbol” escribiría: “Pronto iba a aprender que la pelota no siempre viene por donde uno quiere que venga. Eso me sirvió de mucho”. Otra frase suya, “Lo que sé de la moral lo aprendí en los estadios”, viene de su época como portero en Argel (no tenía dinero para costearse zapatos de un jugador de campo). Cuando Italia pierde la final ante Brasil en 1970, Pier Paolo Pasolini trata de explicar la derrota de su equipo y define el futbol como “un sistema de signos”. Juan Villoro, autor del estupendo libro Dios es redondo, ha escrito: “El juego ocurre dos veces. En la cancha y en la mente del público”.

Quizá vivimos una época de paz en el mundo gracias al futbol. Las guerras y las religiones se han trasladado al juego. Nuestro instinto homicida y estético puede desahogars­e en una jugada de gol. El estadio es un templo que da la espalda al mundo, con un tiempo y un espacio propios. Estamos oyendo los tambores de la nueva guerra santa.

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