Dos cartas
AL DIRECTOR DE THE TIMES 13 Octubre 1961 SEÑOR:
Usted asegura en su artículo principal de la edición de hoy que “jamás nadie ha sugerido que las novelas deban tener índices”. Tengo en mis manos una traducción de
Resurrección, de Tolstoi, editada por Grosset and Dunlap de Nueva York, “ilustrada con fotogramas provenientes del drama cinematográfico producido por Inspirations Pictures Inc.”, que tiene un índice particularmente oportuno. La primera entrada reza: “Adulterio: 13, 53, 68, 70”; la última entrada es esta: “¿Por qué la gente se lastima?”. Entre una y otra se encuentran ítems como los siguientes: Canibalismo, Perros, Buenos Modales, Justificación del Propio Punto de Vista, Seducción, Fumar, Espías y Vegetariano.
Su seguro servidor E.W.
AL DIRECTOR DE THE BELL 13 Julio 1947 SEÑOR:
Estoy muy agradecido por la atención dada a mi trabajo en sus páginas y no quisiera entrar en la discusión acerca de la buena fe de mi conversión al catolicismo, sobre la que su articulista echa alguna sombra.
Pienso que quizá su articulista tiene razón al llamarme snob —es decir, que me siento feliz en compañía de la clase alta europea—. Pero no creo que esta preferencia constituya necesariamente una ofensa al cristianismo, y menos a la fe. En Inglaterra el catolicismo es mayormente una religión de los pobres. Hay un puñado de familias católicas aristocráticas, pero no conocía a ninguna de ellas cuando, en 1930, fui recibido en el seno de la Iglesia. Mis amigos eran todos unos calaveras agnósticos y la Fe que entonces yo acepté no tenía nada del rutilante glamur que sugiere su articulista.
Tampoco creo que esta preferencia haya incidido en mi obra. Además de Cooper hay dos personajes en Brideshides Revisited a los que pinto como mundanos —Rex Mottram, un millonario, y Lady Cecilia Ryder, una dama de alcurnia—. ¿Por qué, entonces, mi reverencia hacia el dinero y el rango no acaba por santificarlos?
Su seguro servidor E.W.