Encuentro con la Historia
Puede que antes de llegar al final de Crimen en El Cairo (ganadora del Gran Premio del Jurado de Sundance 2017) uno tenga la impresión de estar viendo un filme mexicano. Después de todo, el protagonista es un policía corrupto y el ambiente es de turbulencia política en una ciudad de contrastes entre pobres y ricos. Sin embargo, en los últimos minutos el director trasciende el “cine de denuncia” y consigue que todo caiga en su lugar: el misterioso asesinato, la fuerza de carácter de una mucama y el secreto de un jefe de policía del que todos sospechamos. Como si fuese una fuerza natural, hacia el fin de Crimen en El Cairo irrumpe la Revolución egipcia de 2011. Y la cosa crece en interés justamente por los paralelismos que ya hemos hecho entre la situación de México y la de Egipto. Uno no puede dejar de estremecerse imaginando qué sucedería si la clase política de aquí calcula tan mal el descontento popular como lo hizo la de allá. Las calles de El Cairo repletas por más de un millón de manifestantes saben a advertencia en este México electoral.
El director, sueco de nacimiento, sugiere razones que dan cuenta de la traición del movimiento democrático que devino en un golpe militar. El policía drogadicto (que recuerda a Harvey Keitel en Bad Lieutenant) quiere cambiar el rumbo de su vida crapulosa, es cierto, pero la corrupción de la que forma parte ya no se lo permite. Son más los intereses mezquinos de todos los que están investigando que los deseos de cambio y la ternura que produce el gran personaje de Crimen en El Cairo: la inmigrante sudanesa que parece frágil pero no lo es. Y es que, evidentemente, a un sistema tan corrupto no se le cambia con banderitas, consignas pacíficas y buena voluntad. Al menos ésta parece ser la moraleja de una película que resulta lenta al principio, pero que tiene un clímax espectacular. Porque la idea lo es: un grupo de personajes sórdidos viven ocupados en la miseria de la sociedad que han creado cuando irrumpe El Devenir. El logro de Saleh en Crimen en el Cairo estriba en detener de golpe la historia particular de cada uno de estos personajes para arrastrarlos consigo en el flujo de algo mayor que todos nosotros: la Historia.