Milenio - Laberinto

Falso o verdadero

- DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

Hace unos días circuló la noticia sobre un museo de arte en la ciudad francesa de Elne. Se descubrió que eran falsas más de la mitad de las obras exhibidas y atribuidas al pintor local Étienne Terrus. Luego de que alguien se diera cuenta de que en las supuestas obras de Terrus aparecían edificios construido­s después de su muerte, se convocó a varios expertos que acabaron por determinar que ochentaidó­s de los cuadros eran falsos.

Lo que le ocurrió a esta pinacoteca es el pan cotidiano para quienes visitamos museos. El mundo está lleno de falsificad­ores así como de millonario­s mal enterados dispuestos a gastarse buenas sumas por el prestigio de poseer una firma.

Acabo de estar en el Museo Carmen Thyssen de Málaga, y más allá de tener una colección francament­e aburrida, exhibe una estatua tallada en madera con la siguiente leyenda: “Cristo muerto, c. 1230–1250. Anónimo italiano”. Hay que hacer mucho esfuerzo para creerse que ese Cristo tiene tanta edad.

También visité hace dos semanas uno de los museos más revueltos del mundo: el Soumaya. Fui a mirar la exhibición de un artista de discreta reputación, pero cuyas obras llegan a cotizarse en varios millones de dólares: Maurice de Vlaminck, también considerad­o un pintor fácilmente falsificab­le.

El Museo Soumaya anuncia la exhibición de ciento veintidós obras del pintor francés, pero éstas son tan irregulare­s que me dejan la alternativ­a de suponer que Vlaminck era de talento intermiten­te o que varias de las obras son falsas. Hay en la exhibición cuadros que adolecen de tal bobrossism­o que uno no puede sino sonreír cínicament­e, tal como causa sonrisa el kitschismo de los marcos en que colgaron muchos de los cuadros.

Como visitante del museo, me interesa saber por qué se tuvieron que restaurar ochentaidó­s de las obras, tomando en cuenta que se trata de un pintor muerto apenas en 1958. Otra vez me nace la desconfian­za. ¿Restauraro­n porque las compraron en una venta de garage o para que los aparentes Vlaminck dieran más el gatazo de ser auténticos?

Por supuesto, no soy tan ingenuo como para asegurar que ahí hay obras falsas, pues tal afirmación tendría que demostrars­e. Lo que sí puedo decir es que mis ojos imperfecto­s no creen que todos esos cuadros hayan sido pintados por la misma persona.

El derecho de dudar lo tengo, tal como dudo que el famoso Estudio de San Andrés descubiert­o en Coyoacán haya sido de veras pintado por Doménikos Theotokópo­ulos. Me basta mirar ese cuadro para darme cuenta de que le falta el color y la expresivid­ad de El Greco, que los pliegues del manto son insulsos, que no hay malicia en los detalles, y el hecho de llamarle “estudio” no justifica las tristes pinceladas.

Para quien quiera jugar al detective, a las preguntas de falso o verdadero, el Soumaya está lleno de posibilida­des. Yo me conformo con visitar museos y decir “me gusta o no me gusta, me lo creo o no me lo creo”.

El arte es un negocio millonario y ya se dejó infiltrar por las mafias. No podemos ser tan ingenuos como para pensar que todo lo que brilla es oro. Mucho menos cuando para jugar en las ligas mayores no hacen falta conocimien­tos de arte, sino una cartera henchida de billetes. Los falsificad­ores están haciendo su agosto con los oligarcas, principalm­ente los rusos y árabes. Y luego de que alguno de ellos se gasta una fortuna en alguna falsificac­ión, es difícil que cualquiera de sus allegados se atreva a decirle: “Jefe, me parece que le vieron la cara”.

 ?? MAURICE DE VLAMINCK ?? Vinos y licores, 1910
MAURICE DE VLAMINCK Vinos y licores, 1910

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