A Rose is a Rose is a Rose
En el remolino de la memoria
Giran objetos del pasado
Ante mis ojos incrédulos
Ineptos a veces para reconocerlos ya
¿Qué es eso que parece un caballo de madera?
¿Y aquel barco? ¿Y esa melena pelirroja que ondea? ¿Acaso bebí un día de esos labios resecos?
¿Estuve quizá perdido en esta misma apretada niebla? ¿Dónde? Y pasan de largo imágenes insólitas Innumerables
Fotografías desgastadas
Que poco a poco
Empiezo a olvidar
Se desdibujan los contornos
Las aves se vuelven el cielo enorme
Entre esta maraña vertiginosa
Sin embargo
Llega puntual
Siempre
Como un pequeño planeta
Trazando su órbita
A paso lento
Un recuerdo intacto:
La madrugada en Brooklyn
Los muelles solitarios
Tu cara y las luces de Manhattan
El puente
Un abismo desbordaba tu piel
Y, tras los ruidos incesantes de la ciudad,
Una dulce voz de mujer que repite ne me quitte pas El mar, la urbe y el erotismo convergen en este poema que forma parte de un libro en preparación.