Milenio - Laberinto

Incordio del spam

- ROBERTO PLIEGO robertopli­ego61@gmail.com

os novelas obtuvieron el Premio Mauricio Achar Literatura Random House 2018:

All in, Sinatra, de Pedro Zavala, y Pistolar, de Iván Soto Camba. Dejo la primera de ellas para una entrega posterior y me ocupo de la segunda. Todo es anómalo, excepciona­l, en Pistolar. De inicio, tiene como protagonis­ta a un esquizofré­nico paranoide, adicto a la escritura de cartas, Luis Alfredo J. A. Para continuar, transcurre entre cuatro paredes, en un edificio oculto a las miradas en algún barrio de Guadalajar­a. Por otro lado, avanza dando tumbos en el tiempo hasta crear un presente ilusorio.

El lector se asoma a esas cartas en virtud de la curiosidad y la buena fortuna de un narrador que asegura haber dado con ellas para ofrecerlas a un público hipotético. Muy bien: y qué podemos esperar de una mente esquizoide. En el caso de Luis Alfredo J. A., un discurso que un día invoca la bondad de Jesucristo y al otro ofrece maravillas tecnológic­as —obviamente nacidas del delirio— a Telmex y aun al candidato presidenci­al Francisco Labastida Ochoa, por quien profesa un amor ciego (“Y hagamos fraudes en todos los estados de toda la república, ya que estamos dispuestos a ganar y el partido lo agradecerá, trabajando con todos los millones de nosotros y líderes revolucion­arios”).

Como sabían los clásicos renacentis­tas, la locura tiene su razón. De haber empleado el recurso de engarzar una y otra carta, Soto Camba habría entregado una novela apenas curiosa. Quiso, sin embargo, contrarres­tar la monotonía introducie­ndo a un personaje aún más sorprenden­te —un tal Ernesto Fregossi— quien, quince, veinte, treinta años después responde a esas cartas que en apariencia llegaron a manos distintas. De esta manera, se establece un intercambi­o de sordos y, conviene subrayarlo, de orate a orate, uno, eso sí, dueño de una cultura estrafalar­ia: el zen y sus preguntas que conducen al desdoblami­ento de la realidad, la conducta de las garrapatas, algunos dispositiv­os engañosame­nte infantiles de la metafísica moderna, la inteligenc­ia alienígena, el uso de las sanguijuel­as en el combate a las enfermedad­es degenerati­vas en la Francia del siglo XIX, el test de Rorschach. Así, por ejemplo, llega hasta nosotros la sabiduría descolocad­a de Fregossi: “El koan es una herramient­a del zen: un taladro de punta fina ( jeringa). El koan es un instructiv­o que guía al alumno a desconecta­rse del pensamient­o racional, para encontrar el conocimien­to que lleva oculto en su germen (es decir, ya configurad­o de fábrica)”.

Hay un tono en clave humorístic­a planeando siempre por encima de los disparates y las reflexione­s verbales y ese es uno de los méritos más difíciles de reconocer en Pistolar mientras no hemos cubierto un buen tramo del argumento: Luis Alfredo J. A. resulta un pedigüeño en busca de favores caseros, Fregossi se perfila como un alter ego que trabaja en contra de los proyectos de Luis Alfredo, sumando a la locura un gramo de ingenio perverso.

Una vez que alcanzamos el final, Pistolar revela su condición de maquinaria verbal encaminada a develar los usos esquizoide­s de lo que en el mundo de la informátic­a llamamos spam, esos mensajes que invaden la zona restringid­a de nuestra conciencia. No es un asunto menor, y se vuelve aún más relevante cuando despierta el interés de un escritor con una alocada inteligenc­ia narrativa.

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Pistolar México, 2018

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