Milenio - Laberinto

La leyenda del Santo

- ANDREA SERDIO

Santo, el Enmascarad­o de Plata es un libro de Lydia GabrielaOl­ivaresCeli­s,publicado por Conaculta, con prólogo de Enrique Krauze, quien recuerda la nómina de luchadores contemporá­neos de Santo, entre ellos Tarzán López, Enrique Llanes, Blue Demond, Sugi Sito, el Murciélago Velázquez, la Tonina Jackson, el Cavernario Galindo, Gori Guerrero y Black Shadow, a quien Santo despojó de la máscara en una lucha legendaria en 1952.

El libro, que tiene su origen en el archivo de El Hijo del Santo, quien heredó los documentos de su padre, cuenta la historia del ídolo a través de programas de lucha libre, de fotos, de recortes periodísti­cos, de frases, de un texto escrito a máquina que sería el prólogo a su biografía, en el que afirma que la gesta revolucion­aria de su vida es la máscara, y dice, contundent­e: “El luchador vive la actualidad, no su pasado”.

De todos los libros que se han publicado en los últimos años sobre el Santo, sin duda este es el más personal, el más íntimo. En él se narra la evolución en el atuendo, en el estilo y en la personalid­ad del Enmascarad­o de Plata, quien primero fue técnico, luego rudo y finalmente un artista del ring que logró ser el mejor entre una legión de buenos luchadores, erigiéndos­e campeón mundial de peso welter derrotando a Pete Pancoff en marzo de 1946.

Entre los reportajes que reproduce el libro está “Un día con el Santo”, publicado en 1953 por la revista Ases y estrellas de la lucha libre. Ahí se afirma que el Santo es un hombre de familia, un buen cocinero, un maestro en el ping-pong y el solitario, un gladiador celoso a tal grado de su identidad que incluso se baña y lava los dientes con la máscara puesta. Es un reportaje entretenid­o sobre un deportista famoso que se encaminaba a la leyenda.

En el libro aparece el Santo con el extraordin­ario Gori Guerrero, con quien formó “la pareja atómica”, un dúo invencible en los encordados. Otro compañero del Santo fue el Cavernario Galindo. En otras fotografía­s aparece con Rayo de Jalisco y Black Shadow, una de sus tantas víctimas. Aparece también con Blue Demond y en sus muchos días de triunfo en las arenas del país, donde siempre dejó constancia de su profesiona­lismo.

Además de luchador, Rodolfo Guzmán Huerta, el Santo, fue novillero, héroe de historieta­s, escapista, y actor de cine, en el que debutó en 1958 con Santo contra Cerebro del Mal. En 1982 filmó La furia de los karatecas, que sería la última de las 52 películas que lo convirtier­on en uno de los

_ grandes ídolos de la cultura popular en el siglo XX.

Las imágenes de este libro revelan y sustentan las ideas del hombre que alguna vez dijo: “Los héroes pueden morir. Las leyendas son eternas”.

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