Milenio - Laberinto

El Baudelaire de Tarkovski

- FERNANDO ZAMORA @fernandovz­amora FOTOGRAFÍA MOSFILM

El espejo, la obra de arte que dirigió Tarkovski en 1975, es culmen de una búsqueda que inició Baudelaire, el poeta que vagaba por París produciend­o estampas terribles y hermosas, esas que quedaron plasmadas en Las flores del mal. En este libro, Baudelaire propone un manifiesto artístico. Tarkovski lo conoció y se lo apropió. Así lo demuestra una entrevista que ofreció el director a la revista El arte del cine en 1989. En esa ocasión, uno de los entrevista­dores preguntó por el título de la película El espejo. ¿Acaso es una referencia a Stendhal? (hay que recordar que Stendhal dijo que la novela “es un espejo que se pasea por el camino”). Tarkovski respondió diciendo que más que un espejo el cine es como un mosaico. Está hecho de partes distintas con diferentes colores y texturas que, fuera de contexto, carecen de sentido. Nada existe como símbolo, afirma. Existe, como partícula en un mundo unificado. En esta respuesta pareciera evidente que Tarkovski tiene en la memoria el poema “Correspond­encias” de Baudelaire: “La naturaleza es un templo de vivos pilares/ que a menudo dejan salir palabras confusas./ Por ahí pasa el hombre a través de bosques de símbolos/ que lo observan con miradas familiares”. No son los símbolos quienes ofrecen sentido, más bien extravían. Porque son: “como prolongado­s ecos que se confunden/ […] en una unidad vasta como la noche/ […]. Más bien lo que ofrece sentido son los perfumes, los colores, y los sonidos/ […] que se responden”.

El poema de Baudelaire anticipa el cine de Tarkovski, un cine que no está hecho de símbolos sino de fragmentos de una memoria nostálgica. Justo como propone este famoso poema con base en el cual se ha desarrolla­do la teoría de las correspond­encias: la sinestesia. La entrevista citada no es solo un apunte que permite relacionar de modo casual a Baudelaire con Tarkovski. Es un manifiesto que revela el modo de mirar del poeta y el cineasta. No es casual, por ello, que el primer título del libro que conocemos como Esculpir el tiempo originalme­nte se llamase en ruso (cuando se publicó en colaboraci­ón con Olga Surkova) El libro de las correspond­encias. En efecto, más que Tiempo capturado (como se llamaría el libro si el título fuese una traducción textual) Esculpir el tiempo teoriza en torno al modo en que Tarkovski llevó este modo poético, esta teoría de las correspond­encias, de Baudelaire, hasta sus últimas consecuenc­ias. Al respecto, se han escrito un par de tesis doctorales y un libro de Jeremy Mark Robinson quien, en The Sacred Cinema of Andrei Tarkovsky, da cuenta de cómo la rebelión poética que inició Baudelaire en 1857 cuando, en Las flores del mal, escribe que el poeta debe ser un héroe que busca y vaga por las ciudades que ha llenado de oprobio la modernidad, culmina con el “cine sagrado” de Tarkovski.

Y sí: el gran maestro ruso correspond­e perfectame­nte con el artista de la tradición de Baudelaire. Ambos han visto en lo sagrado una necesidad. La diferencia estriba, quizá, en que Baudelaire era ateo, mientras que Tarkovski era un creyente que, no por ello, dejaba de interesars­e, como el poeta francés, en la muerte, lo oculto, lo sensual. Además, tanto el poeta como el cineasta han producido imágenes opuestas al espíritu de este tiempo. Ese que produce películas que exaltan la ironía y el cinismo. Ese en que no cabe el héroe-poeta que mira morir a un albatros o a un niño que construye una campana.

El cineasta llevó la teoría de las correspond­encias hasta sus últimas consecuenc­ias

 ??  ?? El espejo. Dirección: Andréi Tarkovski. Unión Soviética, 1975. Disponible con subtítulos en español en Youtube.
El espejo. Dirección: Andréi Tarkovski. Unión Soviética, 1975. Disponible con subtítulos en español en Youtube.

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