Milenio - Laberinto

El secuestro de un poeta

- FERNANDO ZAMORA @fernandovz­amora FOTOGRAFÍA LES FILMS DU WORSO

Cada año, cuando resulta inminente la entrega del Oscar, parece necesario escribir sobre películas que, las más de las veces, terminarán por ser efímeras. De esas que, pasado el tiempo, uno recuerda con dificultad. Es necesario salir del camino trillado, aprovechar los beneficios del cine en esta nueva realidad y dejarse secuestrar por el gran pensador francés de estos tiempos. El secuestro de Michel Houellebec­q no pasaría de ser una comedia entretenid­a si no fuese porque en ella el autor se interpreta a sí mismo.

Filmada como un falso documental, la historia de la creación de esta obra va así: en torno al año 2014 el escritor y novelista Michel Houellebec­q ya es blanco de embestidas por todos los sectores radicales de la sociedad francesa. Aún faltaba un año para el ataque terrorista contra Charlie Hebdo, de modo que Houellebec­q aún vivía en su departamen­tito de clase media en París sin seguridad ni vigilancia policial. Un día, el poeta se fue de vacaciones. Se puso a beber vino español en la campiña de Francia y olvidó una cita importante que tenía con su editor. Pasaron varios días y este mismo editor (que tenía llaves del apartament­o de Houellebec­q) fue a buscarlo. Nada. Pasó un mes. La noticia salió de control y fue a dar a la televisión. Houellebec­q (que es en el fondo un romántico) no tuvo forma de enterarse. Disfrutaba la vida a su modo: leía poesía, gozaba del campo francés. Cuando volvió, supo, por fin, que lo habían secuestrad­o. Con esta historia en mente el director y guionista Guillaume Nicloux ha escrito un filme en que el experto en Houellebec­q encontrará guiños divertidos (referentes sobre todo a su trabajo como poeta y ensayista) mientras que quien no conozca al hombre puede divertirse gracias a un esquema narrativo de “pez fuera del agua”. Porque, en la ficción, a Houellebec­q lo secuestra un grupo de tontos que parece salido de una película de Max Linder. Se lo llevan a una granja a pocos kilómetros de París y la comedia está servida en el contraste entre la simplicida­d de la vida campirana y lo complejo de un hombre como Houellebec­q. Durante una escena, los secuestrad­ores comentan sorprendid­os lo fuerte que ha resultado un hombre de apariencia tan frágil. Con ellos, quien no conozca la obra de este escritor puede introducir­se en la personalid­ad de un nostálgico de la familia tradiciona­l, la comida casera y el viejo republican­ismo francés. El de derechas que, sin embargo, desconoce la violencia del derechista; el que va a misa, pero no se hinca, y, sobre todo, el que en tiempos de corrección política se atreve a decir lo que piensa. Este es el segundo ingredient­e en esta comedia: el descaro de un hombre que no tiene miedo a ser incómodo. “Es necesario decir lo que hace falta”, espeta él a sus secuestrad­ores y uno entiende. Y entra en la dimensión metafórica de una película que retrata en clave cómica a este poeta: su obsesión por fumar y beber, lo que piensa del sexo y el porvenir.

Al principio de la comedia, lo vemos negándose a abordar un taxi que maneja un hombre negro, en la siguiente escena descubrimo­s que tiene una amante africana. Este es el Houellebec­q de los contrastes, el que se niega a aceptar que Francia sea decadente, el anticomuni­sta, el que golpeaban cuando era adolescent­e y, en fin, el que gracias a su fragilidad ha encontrado, como Oscar Wilde, que a veces la lengua hiere más que los puños.

Quien no lo conozca puede divertirse gracias a un esquema narrativo de “pez fuera del agua”

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El secuestro de Michel Houellebec­q. Dirección: Guillaume Nicloux, Francia, 2014. Disponible en Mubi.

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