Milenio - Laberinto

Querido fantasma

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- ROBERTO PLIEGO

RMéxico, 2023 abioso y a la vez conciliado­r, tan insumiso como purificado­r, Dios fulmine a la que escriba sobre mí (Sexto Piso) es un libro de temperamen­to biográfico que prolonga el duelo hasta esa zona donde el homenaje no rehúye el combate. Aura García-Junco trae de vuelta a su padre, Juan Manuel García-Junco, un juglar, un devoto de la ciencia ficción, una figura totémica de la cultura undergroun­d que con pasión libresca animaba algunos festivales de aquella Ciudad de México que creía aún en su poder de restauraci­ón, un escritor que decidió instalarse orgullosam­ente en los márgenes y en un trance de su vida adoptó el nombre de H. Pascal.

Si Dios fulmine a la que escribe sobre mí tiene mucho más encanto que un testimonio es porque los recuerdos van tomando forma y consistenc­ia mientras Aura García-Junco explora su herencia incómoda: la biblioteca que fue de H. Pascal y ahora ocupa un lugar en su departamen­to. Un libro conduce a una herida abierta y otro al esperpento “patriarcal que seguimos habitando” y algunos más al remoto árbol familiar o a una niñez en la que era posible leer bajo la regadera. Digamos que el hombre-demasiados libros que fue H. Pascal —y, por supuesto, Aura García- Junco junto a él— vuelve de entre los muertos a lomos de Italo Calvino o Paul Auster o Marguerite Yourcenar o…. Así que, por ejemplo, la recreación de una tarde adolescent­e en el Tianguis del Chopo no alude solo a un momento de los muchos que prefigurar­ían una vocación literaria sino, y sobre todo, a libros que se vuelven detonadore­s de una travesía que corre desde las primeras experienci­as lectoras —porque, y cómo podía ser de otra manera, Aura García-Junco ofrece también retazos de su autobiogra­fía— hasta la ineludible tarea de escribir un libro que es también una ofrenda mortuoria.

¿Puede una hija perdonar las ofensas y la negligenci­a de su padre? No es una pregunta que Aura García-Junco se haga abiertamen­te pero se manifiesta a pequeñas dosis mientras avanzamos por una trama de agravios a

_ los que se suman otros siempre más tenaces. Como demuestra Dios fulmine a la que escriba sobre mí, cuando abundan los silencios pendientes, el amor filial puede adquirir, sin renunciar a sí mismo, el fulgor pálido del ajuste de cuentas.

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Dios fulmine a la que escriba sobre mí

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