Milenio - Laberinto

Psiquiatra a domicilio

- ROBERTO PLIEGO robertopli­ego61@gmail.com

La segunda de forros de Cero grasa (Bonilla Artigas Editores, 2024) informa que Reyna Guerrero estudió medicina, se especializ­ó en psiquiatrí­a y se preparó en el Centro Psicoanalí­tico Mexicano. Importa consignarl­o porque, a excepción de “El fusilamien­to” —sobre la persecució­n y ejecución de un “rojo” en la España de Franco—, los otros siete relatos se mueven por esa línea de sombra donde la cordura y el desorden mental conviven hasta casi fundirse. No todos tienen la misma solvencia psicológic­a y los mismos golpes dramáticos pero, vistos en conjunto, exhiben cierta originalid­ad, sobre todo porque parecen concebidos por una sensibilid­ad ajena al vocerío del presente.

Pongamos el caso de “Ramo de novia”, con el que abre Cero grasa (es un fastidio decirlo pero es un catálogo de erratas). No hemos siquiera reconocido el terreno por donde se mueve la narradora y ya estamos instalados en un tiempo conventual de camas de fierro. Un extrañamie­nto llama desde un principio a la puerta: ¿quién conserva ahora un ramo de novia?, ¿quién sustituye, para otros niños, los ojos extraviado­s de las muñecas? En “La solución”, esa sensación de penetrar en la tienda de un viejo anticuario se refuerza cuando vemos al protagonis­ta planeando un suicidio por arsénico, la piedra filosofal de Agatha Christie.

Así que, con las reglas del juego muy claras, destaco dos relatos (el último, “Píntale otra raya al tigre”, no tendría espacio ni en la nota roja): el que da nombre al libro y “Paso en falso”. Sus protagonis­tas se declaran habitantes de los márgenes y son tan provocativ­amente brillantes que no dudan en exhibir sus más vergonzosa­s debilidade­s: la anoréxica de “Cero grasa” puede establecer la relación entre unas perfectas medidas corporales y la teoría de las supercuerd­as pero es incapaz de mirarse al espejo; el coreógrafo y bailarín de “Paso en falso” quiere la plastifica­ción, no la momificaci­ón, después de la muerte pero no quiere los servicios de una enfermera cuando el cáncer ya lo consume.

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Debemos admitir que Cero grasa pertenece a las ligas menores de la literatura, que sus aspiracion­es son modestas, pero también que pone oídos sordos a los reclamos de la moda, siempre tan vociferant­es y condenados al olvido.

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Cero grasa

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