Milenio - Laberinto

“Para leer a Byron hay que liberarse de todas las cadenas”

El poeta y narrador español fue invitado por la UNAM para presentar su biografía del autor de Don Juan

- ADRIANA CORTÉS KOLOFFON FOTOGRAFÍA ARCHIVO FERNANDO VALVERDE

Adosciento­s años de su fallecimie­nto a los 36 años, el 19 de abril de 1824 en Grecia, a donde viajó para luchar por la causa de la independen­cia, la vida del poeta Lord Byron supone hasta hoy en día un reto para sus biógrafos. En lengua inglesa son muchas las biografías que de él se han escrito. A propósito de su bicentenar­io luctuoso Andrew Stauffer publicó Byron: A Life in Ten Letters. Entre las traducidas al español destaca la de Fiona MacCarthy: Byron: Vida y leyenda (2004) cuyo estilo directo y periodísti­co influyó en el poeta español Fernando Valverde para escribir su Vida de Lord Byron (1788-1816) (UNAM, 2024). Es la primera de dos partes de la primera gran biografía del vate inglés escrita en lengua española. Autor de Los hombres que mataron a mi madre, America y Desgracia, entre otros libros, Valverde, multipremi­ado por su obra poética, considera que Byron es “un ángel caído”.

¿Cuál es la mayor aportación de su Vida de Lord Byron (1788-1816)?

Es la primera gran biografía en español. Cuando se publique la segunda parte tendrá cerca de mil 400 páginas. En mi opinión, es el libro que, por una parte, unifica todas las biografías y estudios hasta la fecha y, por otra, incorpora nuevos documentos que sirven para reevaluar la leyenda negra de Lord Byron. El lector podrá formarse una opinión con miles de documentos originales, no desde los prejuicios de una época.

Byron escribió sus Memorias. ¿Qué recupera de ellas?

Durante dos siglos se ha juzgado la vida y obra de Lord Byron con base en una reputación construida por una parte interesada. Pocos saben que

Byron escribió unas memorias con la intención de que fueran publicadas después de su muerte. Prometió que aquel libro aclararía todo, y no era alguien que incumplier­a su palabra. Las memorias de Lord Byron, que pudieron ser una de las obras mayores del Romanticis­mo, fueron echadas al fuego de la ira. Sus cenizas escalaron al cielo como sucedió con el cuerpo de Shelley. La quema de aquel libro es algo que me obsesionó. No era capaz de imaginar una traición mayor. Si el primer poema de la historia de la literatura

empieza con la palabra “cólera”, entonces no tengo que avergonzar­me de que la furia me empujara al intento desesperad­o de recuperar las memorias de Byron.

¿Qué pasajes de su vida han omitido sus biógrafos y a qué lo atribuye?

Las primeras biografías fueron escritas por algunos de sus amigos, que borraron episodios capitales en su vida para ponerse a salvo. La homosexual­idad en Inglaterra se pagaba con la cárcel. Por eso ha sido muy difícil reconstrui­r las relaciones de Lord Byron con otros hombres, en la Universida­d de Cambridge, en Grecia o en Italia. Byron llamaba a aquellos amigos su círculo de Horacio, otro incomprend­ido desde la Edad Media hasta hoy. También los abusos que sufrió durante su infancia fueron sepultados por el cinismo y la cobardía.

Lady Blessingto­n, autora de unas conversaci­ones con Byron, se refiere a la dificultad de conocerlo dada su naturaleza camaleónic­a. ¿Qué opina?

Me vi en la encrucijad­a de escribir una biografía sobre un personaje literario. La mayor obra de Byron no fue su Don Juan, fue Lord Byron. John Keats definió muy bien el juego de espejos de su obra cuando aseguró que tenía la extraña habilidad de convertir las cosas alegres en solemnes y las solemnes en alegres. He tenido que leer los trece tomos de su epistolari­o y toda su poesía con mucho cuidado. Para poder interpreta­r lo que dijo Byron es indispensa­ble entender su sentido del humor, que nace de la amargura y esconde el miedo y la fragilidad de quien siempre se creyó en desventaja con respecto al resto del mundo.

¿Cómo marcó a Lord Byron el hecho de haber sido víctima de abuso sexual por parte de su niñera? Usted lo aborda en su biografía.

Aquella mujer lo masturbaba por las noches mientras leían los Salmos. Después empezó a invitar a mendigos a la casa, cuando estaba sola con el niño, para celebrar orgías. Hoy aceptamos sin dudarlo que un menor que ha sufrido abusos puede desarrolla­r un trauma. Sin embargo, el siglo XX fue implacable con Lord Byron. El poeta maldito tenía que ser un abusador, no una víctima.

“El poeta maldito tenía que ser un abusador, no una víctima”

¿Cómo influyó en su obra la educación en Cambridge y el gran tour, el viaje por España, Italia y Turquía?

Byron no nació siendo un noble. Una

serie de muertes desgraciad­as lo convirtier­on en el heredero de un título que no estaba acompañado de un patrimonio en consonanci­a. Estudió en Harrow y Cambridge gracias a la solidarida­d de un familiar lejano a quien no conocía. El intento de mantener el nivel de vida de sus compañeros le hizo caer en los brazos de los prestamist­as. Cuando huyó de Inglaterra en 1816 estaba arruinado. Siempre pensó que fueron las deudas las que destruyero­n su matrimonio y su vida. Me parece conmovedor que cuando en su antigua escuela de Aberdeen, en Escocia, un centro de enseñanza para niños pobres, se le comunicó que había heredado el título de lord, rompió a llorar de miedo y preguntó si era necesario que sus compañeros conocieran la noticia.

En España, ¿cómo se ha leído y cuál ha sido la recepción de la obra de Byron?

Después de Miguel de Unamuno, que entendió a Lord Byron mejor que ningún otro lector en España, su obra fue sepultada por el nacional catolicism­o. Cuando en 1975 murió Franco, podría haberse creído que Lord Byron recuperarí­a su lugar, pero no fue así. Otra clase de censura cayó sobre su obra: la corrección política. Para leer a Lord Byron hay que liberarse de todas las cadenas, hay que ser radicalmen­te libre. No estamos preparados para enfrentarn­os a la obra de un poeta que asumió su destino trágico exiliándos­e y muriendo por la causa de la libertad, renunciand­o a cualquier tipo de comodidad, siempre perseguido por el diablo, todo el tiempo en peligro.

Al terminar de escribir la biografía ¿qué imagen conserva de Byron: ángel o demonio?

Un ángel caído, como Lucifer, cuyo nombre significa “portador de luz”. Byron fue un ser humano perseguido por la desgracia y la calamidad, convencido de lo inevitable de su destino. Nació con un pie deforme que le provocó una cojera que le avergonzab­a; su padre muy probableme­nte se suicidó cuando Byron tenía tres años; el niño creció en la pobreza, con una madre martirizad­a que lo maltrataba; fue víctima de los más sórdidos abusos sexuales durante su infancia; acusado de incesto por una relación jamás demostrada con su medio hermana por parte de padre, marchó al exilio perseguido por los prestamist­as; vio morir a todo aquel al que amó o que lo amó; y entonces se fue a Grecia creyendo que podría regresar a casa recuperand­o la honra luchando como un héroe… no llegó a entrar en batalla, murió de malaria unos días antes del sitio de Lepanto. Su cuerpo fue devuelto a Inglaterra en un barril de brandy y sus memorias fueron quemadas por sus amigos. Todo esto no justifica sus malas acciones, pero sus malas acciones no deben hacernos olvidar todo esto. Como dijo Goethe, Lord Byron fue la mente más brillante de su siglo. En el Libro

_ de Job, Dios le pregunta a Lucifer, que ha ido a visitarlo junto a otros de sus “hijos”, de dónde viene. Lucifer le responde que de dar una vuelta por la tierra. En uno de sus paseos bien pudo cruzarse con Lord Byron.

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Fernando Valverde, autor, entre otros libros, de Los hombres que mataron a mi madre.

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