e sido testigo de grandes actos histriónicos que no solo me han acojonado sino que me han llevado a la exploración de mi propio superyo. Espléndidas y maravillosas actuaciones que, debido a sus deudas con Stanislavski y el Método, nos han regalado entrañables instantáneas de alegría y buen humor: la huelga de hambre del Chupacabras Salinas, el superrequetebién de ya saben quién, el licenciado Peña y Donald Trump en Los Pinos, los tuits de Calderón pasados por un jaibol, el cuchi-cuchi de la fina Che
pina, la tarjeta rosa del primazo, el Peje persiguiendo a la paloma, todo el sexenio de Fox, Videgaray en la Casa Blanca, Ricky Anaya y la Barrales en conferencia de prensa hablando de algo remotamente parecido a un frente amplio y así.
Sin embargo, la aparición de Eva en pena que va arrastrando Cadenas de amargura ha elevado el nivel de las puestas escena. Lo que hemos visto está en un nivel muy inferior, prácticamente de novatos, cuando el culebrón de la diputada es grandioso; tan es así que con cada nuevo video supera niveles insospechados hasta llegar al ejercicio supremo que pudimos apreciar en su conferencia de prensa, bajo una atmósfera melodramática, tétrica y sombría, que me hizo recordar por qué a oscuras me da risa. La mujer, con una voz meliflua que solo puede ser comparada con la de su paisano Duarte, se ha ganado el corazón de todos los mexicanos por su reinterpretación de modelos supremos como Libertad Lamarque, Sara García y Marga López. Supongo que pronto la veremos en Aven
turera, con Carmen Salinas, para aprovechar esa vena cómica, mágica, musical.
A mí siempre me han gustado las telenovelas, pero en este caso creo que le echaron mucha crema a sus tacos, hasta parecía la pelea de Chavez contra el Cane
lo. No obstante, este tipo de espectáculos resultan muy beneficiosos, sobre todo ahora que estamos en plena veda electoral y los mexiquenses pueden distraerse un poco de sus sesudas reflexiones sobre por quién votar. Digo, como si no tuvieran suficiente con tener que escapar de secuestradores, atracadores, feminicidas, vivales y huachicoleros.
Bueno, si fuera del Edomex —cosa que me encantaría, porque me cuentan que aquello supera a Shangri-La— también buscaría distraerme de la gran responsabilidad de emitir mi sufragio (tendría miedo de equivocarme y terminar en el infierno) tratando de descifrar el misterioso término #Covfefe que acuñó el gran Donald Trump en otro de sus delirios tuiteros (en esta ocasión sí creo que fue asesorado por Jelipillo Calderón). No hay claridad sobre lo que en realidad significa el término (hay quien dice que viene del clásico de música brasileña para bodas “Covfefefefe fefefefe fefefefe fe fe”), aunque el vocero afirma que es un asunto secreto que solo unos cuantos conocen, pero yo tengo la extraña idea de que el que con #convefefe se acuesta, meado se levanta.