Los trabajos privados de Albert Einstein
G
enious (2017) es una tele serie producida por la National Geographic. Narra episodios de la vida de Albert Einstein, desde su juventud hasta su llegada a los Estados Unidos. Según sus creadores, esta serie nos acerca a la humanidad del científico más importante del siglo XX. Coincidimos con esta afirmación. Genious da voz y contexto a ese personaje silencioso que ha pasado a ser un ícono de la inteligencia y de la excentricidad en la cultura popular.
Conocemos a un joven Albert Einstein hablador e ideológicamente cismático. Su trabajo en la oficina de patentes después de graduarse de la universidad —por ejemplo— es parte del “castigo” del sistema a su desobediencia. Sus profesores se niegan a dar buena fe de su carácter, y Albert no puede conseguir un trabajo en la academia. Para ganarse la vida debe verificar patentes durante diez horas, seis días a la semana. La paga es buena, pero él quiere algo más.
Albert entonces hace lo imposible. Con la ayuda de su primera esposa, Mileva Maric, logra escribir y publicar tres trabajos fundamentales para la física moderna. El reconocimiento llega y ese hombre rebelde y judío —que no ha cumplido aún los 30 años— pasa a ser considerado una de las mentes más brillantes de Europa.
Entre los aciertos de la tele serie está el reconocimiento a Mileva en los logros de Albert. Al respecto, el drama nos acerca al mundo doméstico de la pareja y nos muestra un lado no muy grato del futuro premio Nobel de física. Varias paradojas quedan a la vista: ¿cómo es posible que individuos tan inteligentes no sepan tomar buenas decisiones en el ámbito social o en el romántico? O es que —como podríamos preguntarnos otra vez— ¿esos individuos que cambian nuestra manera de entender el universo están fuera del orden moral y de la tradición?
Genious es un paseo —o un viaje al pasado— por esos años de descubrimiento y de efervescencia del totalitarismo que llevará al choque de la Segunda Guerra Mundial. Son tiempos admirables pero peligrosos. Mucho y muy poco ha cambiado desde aquel entonces. Mas podríamos afirmar que hoy el genio revolucionario de científicos —y artistas— está mayormente en el lado de la luz. Ojalá fuera lo mismo en el ámbito mundial y nacional de la política.