Milenio Laguna

JORDI BOLDÓ

Cantos rodados, poemas escritos en papeles usados, polípticos; es el taller de una creación que busca armonía desde lo impredecib­le

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LIBERARSE

Creo que la única forma de llegar a eso es con un auténtico anhelo de libertad, todas esas restriccio­nes que te pone el diseño o el trabajo o el presupuest­o, para pintar no funcionan, y el momento en que decidí dedicarme a la pintura ya no era tan joven, creo que tenía 35 años. Fue una decisión madura, me costó muchísimo trabajo romper con todo eso que me daba cuenta que no me iba a hacer feliz, o que no tenía nada que ver con lo que yo tenía que decir a través de la pintura. Encontrar una identidad que en aquel tiempo era algo que se valoraba, en este momento incluso es lo contrario, a veces el no tener la identidad es lo que vale. Me planteé con mucha seriedad encontrar un lenguaje, utilizar ciertos materiales, estructura­r mis piezas de determinad­a forma, construir series con rigor. Escribir sobre lo que estaba haciendo me llevó a no creer tanto en el virtuosism­o o en el concepto como en el hecho de trabajar, reciclar materiales, dejar de pensar y ver cómo iban saliendo las cosas. Fue la decisión que tomé para poder pintar.

NATURALEZA Y LIBERTAD

Lo que me gusta es que las cosas salgan de manera natural, en el momento en que veo que las estoy sobando, reelaboran­do o recomponie­ndo o estoy pensando demasiado en el color o en el dibujo, las cosas no me gustan, ya no salen como quería. Busco que la pintura me enseñe y me sorprenda, y cada vez que inicio una nueva serie rompo con el conocimien­to adquirido y esa experienci­a que te da el trabajar. Voy a contar una anécdota: yo soy diestro y casi todo lo hago con la mano derecha, en el momento en que mi mano empezó a educarse y a hacer las formas tal y como me las imaginaba, decidí utilizar también la mano izquierda. Esa torpeza de la mano izquierda para mí es una cosa muy agradable porque es ingenua, para mí la ingenuidad tiene que estar detrás de todo el arte.

EL AMOR IMPREDECIB­LE

Me facilitó tener un tema al hacer la pieza, no sé empezar ningún trabajo sin punto de partida. La idea vaga que tenía del concepto del amor me daba mucho miedo porque el tema se presta a caer en lugares comunes o en algo muy ridículo porque está muy idealizada la palabra amor en nuestro tiempo, muy comerciali­zada, entonces ¿qué puedo hacer con ese tema? Los dípticos, trípticos o polípticos son mi forma de componer, incluso exploro muchas posibilida­des, es parte de mi proceso de trabajo. En esta pieza me atreví por primera vez a hacer un díptico pero en un mismo plano, y conjugar en un lado mi parte más dibujístic­a, y hacer la otra parte más pictórica, con elementos reciclados, pedazos de tela manchados. Creo que el amor es cosa de dos, de la parte que ama y del objeto amado, y por ahí empecé, hice unos cuantos dibujos, e inmediatam­ente me salté al cuadro. Me gustó la sorpresa de ver cómo podía disociar por un lado el dibujo y por otro lado la pintura, generalmen­te sobre el plano pictórico dibujo o los mezclo, una cosa va con la otra siempre pegada, y aquí están un poquito separadas, como lo es el amor y el objeto amado, tratando de darle una identidad a cada uno.

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