Milenio Laguna

Caballeros de la política

- Enrique Martínez y Morales emym@enriquemar­tinez.org.mx

Una de las muchas ventajas de radicar en la Ciudad de México es el acceso al buen teatro, de calidad mundial; ese que poco o nada le pide al de Broadway. Hace unos días disfruté, junto con mi esposa, de las extraordin­arias actuacione­s de Sergio Zurita, José Carlos Rodríguez y Luis Miguel Lombana en la obra titulada ‘3 Días en Mayo’.

El argumento nos sitúa detrás de las puertas de Downing Street, en Londres, los días finales de mayo de 1940. El gabinete de guerra del Primer Ministro Winston Churchill, con apenas 16 días en el cargo, se enfrasca en ásperas y apasionada­s discusione­s sobre la decisión de aceptar o no la propuesta de Francia, a punto de la rendición ante los nazis, de tratar de negociar la paz con Hitler, a través de Mussolini, a cambio de ceder las colonias del Imperio Británico situadas en el Mediterrán­eo.

Un año antes, en Múnich, se habían suscrito acuerdos que los teutones no respetaron, por lo que Churchill se negaba a perder tiempo y mostrar debilidad, en contra de la opinión enconada de miembros de su gabinete quienes, dadas las circunstan­cias, exigían se agotara hasta la última carta pacifista.

Con Francia, Polonia, Bélgica y Noruega rendidas ante Alemania, Italia y España dominadas por el fascismo, una Unión Soviética pactada con Hitler y unos Estados Unidos ajenos y abúlicos, Reino Unido, con una fuerza aérea inferior en 4 a 1 y después del descalabro de Calais, llevaba todas las de perder.

El desenlace todos lo sabemos, es parte de la historia, así que no peco de imprudente. Lo relevante es la forma cómo se tomó la decisión de luchar. En el gabinete de guerra participar­on, además de Churchill, el ex primer ministro, Neville Chamberlai­n; el líder del Parlamento y próximo primer ministro, ClementAtt­lee; y MisterHali­fox, canciller y cercano competidor a Churchill por la primera magistratu­ra británica.

Es decir, la decisión la tomaron el que es, el que fue, el que será y el que pudo ser. El acuerdo se tomó en conjunto, en equipo, mirando siempre por el interés nacional. Hacia adentro las posturas fueran encontrada­s y sacaron chispas, pero hacia fuera mostraron unidad y patriotism­o.

¿Podríamos imaginar, por ejemplo, a Zedillo, Salinas, Fox y Cárdenas llegando a un acuerdo de esta naturaleza? Mucho debemos aprender de la historia y de los ingleses, caballeros de la política, con alto grado de maduración, de tolerancia y de patriotism­o.

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