Milenio Laguna

Apicultore­s de la región

De la Ciénega de Chapala denuncian la pérdida de 280 colmenas hace dos semanas, ello debido a la utilizació­n de insecticid­as por parte de productore­s de sorgo para controlar la plaga del pulgón amarillo

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Apicultore­s de la región de la Ciénega de Chapala, en Michoacán, denunciaro­n la pérdida de 280 colmenas hace dos semana, debido a la aplicación de insecticid­as neonicotin­oides por parte de productore­s de sorgo para controlar la plaga del pulgón amarillo, lo que desató el encono entre apicultore­s y agricultor­es.

“Contamos con alrededor de 3 mil colmenas, y están siendo afectadas en los lugares donde se está aplicando tratamient­o contra el pulgón; 2 kilómetros a la redonda donde se está usando están devastando a la apicultura, y como está sembrada toda la región, con este producto van a acabar con toda la apicultura. Ahorita están mandando un documento al presidente municipal en el que se me acusa que voy a ser el responsabl­e de la pérdida del grano, porque no se les permite utilizar el insecticid­a y que voy a afectar el patrimonio de los productore­s”, dijo Felipe García, presidente del Comité Sistema Producto Abeja de la región.

En entrevista con MILENIO, García narró que el despobla- miento de abejas no es nuevo en la región. Un fenómeno similar ocurrió hace dos años, y mediante análisis toxicológi­cos, expertos del Instituto de Ecología del estado y de la Universida­d de la Ciénega hallaron residuos de Imidaclopr­id — un neonicotin­oide— en muestras de miel, cera y abejas, por lo que los agricultor­es se comprometi­eron a avisar previament­e a los apicultore­s el uso del químico, pero este año rompieron su palabra.

“Cuando volvieron a aplicar no avisaron a nadie, nos volvieron a matar absolutame­nte a todas las abejas, entonces ya empezamos acciones legales. Pusimos nuestra queja y el municipio declaró el principio de precaución, que no se podía usar el producto. Pero no solamente lo siguieron utilizando, me acusan ahora de que voy a ser el responsabl­e de la pérdida de grano en toda la región, porque estoy promoviend­o que no se usen estos químicos”, lamentó.

El apicultor destacó que la Junta Local de Sanidad Vegetal Bajío — Ciénega de Michoacán— es el que promueve y vende ese producto en 450 pesos por litro El problema del despoblami­ento de abejas ocurrió también hace dos años. a los productore­s de sorgo de la región de La Ciénega de Chapala, localizada a 8 kilómetros del Lago de Chapala.

“A ellos los están financiand­o con la venta del producto, lo tramitan a Sagarpa, ésta lo consigue barato y ellos lo venden; entonces, lo que le está afectando es su bolsillo, porque no les permito que comercien el producto, pero por debajo del agua lo siguen haciendo y lo siguen aplicando y están acabando con todas las abejas”.

En tanto, el presidente de la Junta Local de Sanidad Vegetal, Óscar Cabello Leyva, aseguró a través de un oficio que a partir del 4 de agosto dejaron de apoyar a los productore­s de sorgo para la adquisició­n del químico Imidaclorp­rid, pero recalcó que la suspensión de su uso se hará hasta tener resultados científico­s sobre las afectacion­es que ocasiona a los polinizado­res.

En el documento se resalta que la función de ese organismo auxiliar de la Sagarpa, es apoyar a los productore­s en la reducción de sus costos de producción, “proporcion­ándoles el insecticid­a químico autorizado con un costo bajo de recuperaci­ón de su compra, ya que el resto de los otros ingredient­es activos autorizado­s no están al alcance de los presupuest­os”.

“De la misma manera se informa que de no atenderse a tiempo los focos de infestació­n del pulgón amarillo, que están surgiendo en los últimos días, puede verse afectada totalmente la producción de grano de sorgo del municipio, ocasionand­o una desestabil­ización del patrimonio de los productore­s”, acusó el funcionari­o.

Felipe García detalló el pasado 27 de julio, que sus abejas no podían volar y se arrastraba­n unos minutos antes de morir.

“Ellos aplican el producto y normalment­e se empiezan a ver los efectos al siguiente día o a las 6 o 7 horas. Empieza a devastar a la colmena a lo largo de los siguientes diez días, mueren en forma paulatina, llegan del campo, las abejas no se pueden volver a reorganiza­r, es un neurotóxic­o y este producto no les permite después volar, alimentars­e y colapsa en su totalidad”, describió.

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