Más ricas tienen más dinero que dos tercios de los países
de los valores “estadunidenses” que líderes transnacionales que tienen que ajustarse a cualquier forma de capitalismo que se encuentran en el campo: desde el estilo angloamericano del laissezfaire (no intervención) hasta la marca europea más regulada y los modelos de Estado de muchos mercados emergentes.
Sin embargo, en cada uno de esos entornos existe un papel para los líderes corporativos que piensan en más cosas, además del precio de las acciones.
De hecho, en una encuesta de 2012 que realizó FTI, la firma estadunidense de consultoría, se encontró que, por un margen de tres a uno, los inversionistas institucionales quieren que hablen sobre una amplia variedad de temas. Como Marc Benioff, jefe de Salesforce, dice: “Los CEO tienen que ser responsables por algo más que por su propia rentabilidad. Tienes que atender a un grupo más amplio de partes interesadas —desde empleados hasta medio ambiente— y cuando los políticos no hacen las cosas bien, los líderes corporativos tienen que actuar. Ese es un gran cambio”. Es un cambio que hace una diferencia. Por ejemplo, Benioff recientemente encabezó la carga para cambiar una propuesta de ley en Indiana que discriminaba a la comunidad LGBT. “Le llamé a Mike Pence, entonces gobernador del estado, y le recordé que éramos el mayor empleador de tecnología en ese lugar y le hice saber que no podíamos discriminar a nuestra fuerza laboral”.
La ley fue modificada, ya que las propuestas similares en otros estados se dieron gracias a los llamados de los directores ejecutivos. La comunidad empresarial de igual forma avanza, con o sin la Casa Blanca, en temas como el cambio climático y la inmigración.
En una era en la que las 2 mil compañías más ricas tienen más dinero (y posiblemente más poder) que dos tercios de los países, es vital que sus acciones equilibren la ausencia de liderazgo moral y económico que sale de esta Casa Blanca.