No importa quién lo dijo primero, vamos por ellos
Nohayquetomarleslapalabra,hay quearrebatársela. Florestán
El colapso del terremoto del día 19 provocó lo que nadie había logrado: que los partidos políticos coincidieran, aunque no se hayan puesto de acuerdo, en renunciar al financiamiento público que los sostiene y al dinero del erario para sus campañas, de lo que viven.
Por años se repitieron las voces hasta hacerse casi una sola, faltaba la suya, para denunciar y reprobar el multimillonario costo de las elecciones más onerosas del mundo y las prerrogativas partidistas. Lo único en lo que han coincidido siempre, de todos los colores, viejos y nuevos, ha sido en aprobar por unanimidad sus presupuestos, sistema pervertido que ha financiado a partidos familiares y otras franquicias que cuestan miles de millones sin ninguna rentabilidad democrática.
Pero el impacto del desastre, las dimensiones de la hecatombe, los cientos y cientos de miles de damnificados, la tarea titánica y de derecho elemental de atención y reconstrucción y el clamor popular, ha girado a esos dirigentes y cada quien con su fórmula ha planteado la renuncia al subsidio para destinarlo a poner de pie a una buena parte del país.
Enrique Ochoa no solo ha renunciado a los 258 millones de pesos que le corresponden al PRI en el último trimestre de este año, y llamado a los demás partidos a hacer lo mismo, sino que ha propuesto la eliminación de las prerrogativas para las campañas de 2018, cuando hay en juego 3 mil 406 cargos de elección popular, incluido la Presidencia de la República y la desaparición de senadores y diputados plurinominales, otro estruendoso clamor.
El frente que liderea Ricardo Anaya, y que incluye a PRD y MC, coincide en renunciar a esos dineros, pero quiere ampliarlo a un plan de austeridad del gobierno federal, que tampoco está mal. Y Andrés Manuel López Obrador ya formó un
patronato de sus notables para manejar unos 100 millones de pesos y no se ha pronunciado sobre el financiamiento de campañas.
En estas condiciones, no les tomemos la palabra, arrebatémoselas y empujemos el fin del financiamiento público a partidos y campañas.
¿Que no se puede? Ya encontraremos la forma porque, como se dijo en estos días: no se está pidiendo que los partidos den SU dinero, estamos exigiendo que nuestro dinero no se lo den a los partidos. Y menos en estos momentos de emergencia nacional. RETALES
1. QUIEBRA. Luis Ramírez Corzo declaró a su empresa, Oro Negro, en suspensión de pagos. Rentaba por mil 500 millones de dólares cinco plataformas a Pemex, que dirigió de 2004 a 2006;
2. NADA. Silencio en el PAN sobre la expulsión de los cinco senadores encabezados por Ernesto Cordero y Roberto Gil, a los que se sumaron otros nueve. ¿Van a arrojar a 14 senadores? Y
3. MEMORIA. El senador, hoy por Morena, el resucitado, bueno, a medias, Manuel Bartlett, era el secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid en el terremoto del 19 de septiembre de 1985 y nunca se le vio en la calle con la gente. Pero hoy exige. Les digo, amedias. M Nos vemos mañana, pero en privado