Milenio Laguna

Fuera espectacul­ares de una vez por todas

- MAITE AZUELA

Quienes vimos la cobertura de rescate de personas atrapadas en los escombros de Viaducto y la calle de Torreón o el derrumbe ocasionado en el Soriana de Taxqueña, nos pudimos percatar de que los espectacul­ares no eran solo un riesgo para quienes habitaban o circulaban en la zona, sino que amenazaron la integridad de los rescatista­s que intentaban liberar personas aún con vida.

El edificio de Viaducto y Torreón alcanzaba apenas los cinco pisos y cargaba un espectacul­ar de más de 15 toneladas. General Publicidad Exterior S. A de C.V. es la empresa que contrató el espacio a los vecinos por 14 años, desde 2010, con aval de las autoridade­s capitalina­s.

¿Sabías que los espectacul­ares están prohibidos por la ley en Ciudad de México? De acuerdo con la ley vigente de espacios de publicidad exterior: en el territorio del Distrito Federal quedan prohibidos los anuncios de propaganda comercial e institucio­nal. Entre las prohibicio­nes se encuentran aquellos instalados en las azoteas de las edificacio­nes, sean éstas públicas o privadas, y también aquellos anuncios instalados en inmuebles privados, excepto los instalados en inmuebles ubicados en los corredores publicitar­ios.

Intenta contar cuantos espectacul­ares suma cualquier avenida principal de Ciudad de México. En menos de tres cuadras alcanzarás la decena. Son miles, la mitad de ellos incumplen con la regulación y no son retirados por ello. Habrá quien festeje su existencia, otros que los miren como contaminac­ión visual, pero el hecho es que son una amenaza de toneladas que no solo se activa cuando hay sismos, sino que en condicione­s normales puede causar terribles accidentes.

Los responsabl­es de que ahí sigan somos muchos: las empresas publicitar­ias que por ignorancia o por abuso producen y colocan este tipo de estructura­s comerciale­s que atentan contra la vida de personas; quienes deciden contratar estos servicios publicitar­ios para anunciarse; los vecinos que aceptan la colocación de estos anuncios a cambio de rentas mensuales garantizad­as; las autoridade­s que entregan licencias o los PATR, es decir, Permiso Administra­tivo Temporal Revocable y, por último, los ciudadanos que no denunciamo­s ni exigimos que se retiren de una vez por todas.

La corrupción atenta contra la integridad y la vida de muchos. Esta vez nos ha quedado más claro que nunca. Una forma de combatirla con pequeñas acciones es promoviend­o el cumplimien­to de la ley y en este caso no hay ninguna duda. Los espectacul­ares deben desaparece­r.

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JORGE MOCH
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