País de heroínas...
De héroes y heroínas. Y no estoy pensando en los famosos consagrados en mármol.
No, me refiero a los muchos hombres y mujeres anónimos que cotidianamente entregan su esfuerzo a los demás, recibiendo poco a cambio.
Pienso, sobre todo, en los millones de madres solteras que, sobreponiéndose a la violencia, el abandono y el infortunio, logran tener fuerza y voluntad para sacar adelante familias enteras. Mujeres ejemplares que sostienen, con su trabajo y determinación, millones de niños, niñas y jóvenes, víctimas del abandono irresponsable de los machos mexicanos.
También en los millones de obreros, campesinos, artesanos y pequeños comerciantes que, además del duro trabajo manual, soportan pésimas condiciones laborales, bajos ingresos y larguísimos tramos, hacinados en transportes inadecuados, a cambio de poder proveer a su familia el modesto sustento cotidiano.
En cientos de miles de mujeres y hombres jóvenes que asisten a las instituciones de educación pública con el estómago medio vacío y precaria vestimenta, a fin de adquirir mejores herramientas de conocimiento y así conservar la ilusión de que habrá mejores oportunidades de empleo que las que tuvieron sus padres.
En los paisanos, discriminados y amenazados que, desde la difícil clandestinidad en que viven y trabajan, envían miles de millones de dólares a sus seres queridos.
En la tropa sacrificada, disciplinada y callada que está siempre presente al lado de los damnificados, de día y de noche, en la costa y la montaña, en los terremotos y los huracanes.
Veo a todos ellos ahora, tristes por la tragedia de sus hermanos, tratando de ayudar. Dando su esfuerzo físico, lo poco que tienen, y ofreciendo sus mejores propósitos y pensamientos.
Tenemos un gran país. Los violentos y los corruptos son una minoría. Luchemos para derrotarlos y aislarlos. Hagamos gobernar a las y los mejores.
México, con mejores gobernantes y este pueblo generoso, puede ser la envidiable nación que asoma solidaria en las tragedias.
alvalima@yahoo.com