Incertidumbre
Cada día, por mucho que lo tengamos planeado nunca va a ser igual, las relaciones no son predecibles, la vida no es predecible, por ello es importante la flexibilidad de pensamiento y la tolerancia a la incertidumbre.
Nos toca aprender a tolerar que las cosas no salgan como esperamos, adaptarnos a los cambios y buscar soluciones. La inteligencia no es sólo tener visión espacial, cálculo y capacidades verbales sino saber manejar las emociones. Tolerar no saberlo todo, no poder planear ni predecir todo, pues de otra manera sufriremos y no nos adaptaremos a los cambios que vivimos. “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios” (Darwin).
Estamos como programados para sentir que tenemos control sobre lo que nos ocurre en la vida, y sentimos agobio, presión, incluso ansiedad y estrés al no saber cómo abordar las circunstancias fuera de control. A causa de esa incertidumbre, utilizamos mucho tiempo preocupados por el futuro; anticipando acontecimientos que no sabemos si ocurrirán o no y solo conseguimos aumentar el estrés y dejamos de ser conscientes del presente.
La preocupación equilibrada sobre el futuro, nos prepara y moviliza para afrontarlo, estableciendo planes y estrategias, pero viviendo en el presente para evitar la ansiedad y presión en exceso que quita el sueño, bloquea y genera malestar, desmotivación, falta de confianza y seguridad.
“Se mide la inteligencia de un individuo por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar” (Kant) Podemos convivir con la incertidumbre y manejar la sensación de “no control” y la duda ante el futuro. Lo primero y más importante es conseguir aceptar la situación de incertidumbre, que fluya tal cual es, sin resistirse a ella.
Aceptar no significa que nos guste o estemos de acuerdo. Pero sí comprender qué está pasando y revisar los recursos personales con que contamos. No es resignación es aceptación. Habrá que adaptarse, ser flexible, vivir el presente, agradecer lo que se tiene para paliar la incertidumbre y dejarle menos espacio en la vida diaria. Al final del día, si supiésemos todo lo que va a ocurrir, dejaríamos de sorprendernos.
Podemos aprender cómo influenciar una situación ajustando las variables posibles pero estar conscientes que cualquier resultado esperado es una predicción. Siempre hay incertidumbre. Los que se aferran a la idea de controlar son las personas que más sufren.
Habrá, pues que estar preparados para lo probable pero teniendo en cuenta lo posible.