El terror de Sean Penn
unque pensábamos que conocíamos toda la historia de cuando Kate del Castillo y Sean Penn conocieron a El Chapo Guzmán yo no podía creer lo que vi en mi pantalla cuando Netflix subió, puntual y como había prometido, el documental en tres partes que narra todo lo sucedido según su punto de vista. Wow. Estoy preocupada por la ficción que nunca, nunca podrá superar esta (al menos versión de) realidad.
Primero que nada, lo que hemos estado diciendo desde un principio. ¿Por qué la persecución mediática, crítica y hasta legal contra Kate y no contra Sean Penn? ¿Por qué él tenía “credenciales de prensa por parte de la revista Rolling Stone” de las que Kate ni siquiera estaba enterada? Es muy obvio que todo se les salió de control a los involucrados, pero nadie obligó al actor a involucrarse en esta historia. Fue evidente desde la publicación del artículo que él había usado a Kate para sus propios fines (él mismo admite ahí que se pasó con ella), pero este documento explica mucho más claro el cómo y el porqué. También revela la naturaleza de la relación íntima entre ella y Sean, asunto que de seguro ningún otro hombre involucrado emocionalmente (llámese Chapo o no) apreciaría. Pero la razón por la cual Penn amenaza a Netflix de que si algo le pasa, ellos tendrán sangre en sus manos, es un motivo con el que no solo se había especulado, sino que la misma procuradora en su momento había dicho: los estaban monitoreando. Que, por eso, según narraron las autoridades, entre otras cosas dieron con el narcotraficante. Difícil de creer. En el documental la misma gente de El Chapo asegura que no, pero lo que le preocupa a Sean y niega categóricamente es la especulación por parte de un abogado de que quizás Penn, sin quererlo, alertó a las autoridades estadunidenses al avisar lo que haría (si es que lo hizo). Sea como sea, ¿en qué creía que se estaba metiendo cuando fue con Kate a su aventura mexicana? ¿Netflix lo está poniendo en peligro o sus propias acciones? Es de no creerse.
El tercer capítulo ya se empieza a leer como una pieza hecha por ciertos medios de la más recalcitrante izquierda mexicana. No les quito la razón a algu- nos, pero el hecho de ligar el escándalo de La casa blanca de la esposa del presidente con el asunto ya es una especulación un tanto cargada, ¿no lo creen? La teoría de que toda la persecución es una venganza contra Kate, porque hizo ver mal al gobierno actual. Hay quien lo dice con palabras prudentes y razonables y hay quien podría estar hablando de cualquier tema que volvería al mismo discurso de siempre (según los comentaristas y periodistas seleccionados para narrar la historia). Kate víctima del Estado. En definitiva creo que ella así lo está viviendo, pero después de todo lo que hemos visto y saber que ni la pudieron poner en la misma lista donde acomodaron a Julión y a Rafa Márquez para congelar sus bienes, pues es obvio que no la pueden acusar de nada ilegal. Lo cierto es que yo tampoco regresaría a México por ahora si fuera Kate. Y si fuera Sean Penn, nunca. Nunca. Nunca.
Por supuesto que esta es una historia de misoginia. De usar al prójimo. De malas decisiones y de una coyuntura de asuntos que nos podrían haber sido inventados. ¡Y hay para todos! Para los que quieren pegarle al gobierno, para los que quieren saber de sexo, para los que quieren ver una historia de no creerse (está en Netflix, recuerden: 190 países, ¿qué estarán pensando en Finlandia, por ejemplo?
Lo que sí es verdad es que, le crean o no a Kate (yo sí le creo), este es el tipo de documental que hará que uno se la pase gritando a la tele y muestra una vez más cómo para muchos las mujeres son para usarse y tirar a la basura. Digan lo que digan, pero Kate no se lo está permitiendo a nadie.
¿En serio?
¿Ya se les olvidaron los tiempos en los que Sean Penn daba cachetadas a la prensa como si fuera pariente de Eduardo Yáñez?