Violencia sexual y escándalos
La Organización Mundial de la Salud caracteriza la violencia sexual como la acción o tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar la sexualidad de una persona mediante coacción, en cualquier ámbito o lugar.
Dentro de estas manifestaciones está la presión o persecución en el entorno laboral cuando existe relación de jerarquía o de poder del victimario sobre la víctima, lo cual hace que ésta se sienta humillada, ofendida e intimidada, situación que puede concluir en una severa agresión física, emocional y mental…
Y en fechas recientes, los acosos y abusos sexuales, que también suceden entre individuos del mismo sexo, cobraron mayor visibilidad en Estados Unidos, pues personalidades famosas se hallan envueltas en incidentes de ese tipo.
Por ejemplo, el productor de cine Harvey Weinstein tiene varias averiguaciones criminales abiertas por denuncias de mujeres, mientras que Steven Seagal va acumulando escándalos iguales, al tiempo que 14 hombres acusaron al popular actor Kevin Spacey, provocando su expulsión de la exitosa serie HouseofCards, por lo que la trayectoria profesional de los tres se desmorona como castillo de naipes, entre otros episodios semejantes que hacen parecer que Hollywood ha sido un nido de sujetos sexualmente enfermos…
Y en el terreno de la política surgió el primer golpe de la temporada, pues el ex juez Roy Moore, ultra conservador septuagenario, apenas fue señalado por haber sostenido, a los 32 años de edad, presuntas relaciones sexuales con una niña de 14, lo que desautorizaría su candidatura republicana al senado por Alabama.
En este contexto, me inquieta que parte de la opinión pública observa el tema solo desde la perspectiva del morbo de la nota de espectáculo, pero sin meditar ni reflexionar sobre las causas y los efectos devastadores del fenómeno en la vida de las personas y sus familias, habida cuenta que la OMS calcula que en el continente americano tan solo 5 por ciento de las víctimas adultas de violencia sexual se atreve a denunciar ante alguna autoridad.
En todo caso, ojalá que la difusión de los abusos de personajes públicos sirva como incentivo para que mujeres y hombres, de toda condición social, tomen fuerza y valor para denunciar la violencia sexual.
Pero se requiere que las instituciones de salud y de justicia penal sean receptivas, solidarias y eficaces para proporcionar ayuda y asistencia médica, legal, psicológica y terapéutica pertinente, pues de lo contrario solo aportarían a revictimizar a los agraviados e, incluso, a ponerlos en riesgo ante sus ofensores…