JFK A 54 AÑOS DE SU MUERTE: SUS POSIBLES ASESINOS
l mayor misterio sin resolver, el asesinato de John F. Kennedy, ocurrido en la Plaza Dealey de Dallas, Texas, tras 54 años llega a la liberación de muchos de los archivos clasificados sobre el magnicidio, ordenada por nada menos que el presidente más chiflado del mundo, Donald Trump, mandamás del país más poderoso y loco del planeta: Estados Unidos.
Pero, la verdad, la mayoría de los estudiosos del tiroteo que acabó con Kennedy ya están hartos de teorías (incluyendo las del fiscal Jim Garrison) y les da igual que la orden haya venido de la CIA, el FBI, el complejo militar, los cubanos, la mafia, los magnates del petróleo, Lyndon B. Johnson, la malvada policía de Dallas o el papel que jugó Jack Ruby para silenciar al parapeto principal del asesinato: Lee Harvey Oswald. Lo que en realidad desean saber científicos y fans del asesinato es quién (o quiénes) jalaron el gatillo que, todos, sin excepción (y los familiares de algunos), ya fueron silenciados.
Libros de reciente aparición que quieren dar cerrojazo al caso, declaraciones inesperadas en torno al trabajo de la Comisión Warren, afirmaciones del Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, documentales con lo último en tecnología de punta para determinar las trayectorias balísticas, defensores a ultranza de la “Teoría de la bala mágica”, armas utilizadas (no la vacilada del rifle Mannlicher Carcano) en el corredor de la muerte, combinación de conspiraciones e incluso una que involucra a seres extraterrestres que defendió Jaime Maussan.
Con la liberación de muchos documentos saldrán cosas a la luz, como el papel de los tres vagabundos detenidos en las inmediaciones de las vías del ferrocarril atrás de la Plaza Dealey, a quienes custodió la policía de Dallas hasta la comisaria la tarde del asesinato, de donde misteriosamente desaparecieron sin dejar huella (uno de ellos dicen que era el papá del actor Woody Harrelson), incluyendo el nombre y la asignación de los “mecánicos” que jalaron los gatillos desde el depósito de libros, el Grassy Knoll, edificios aledaños y la alcantarilla de la avenida por donde pasaría la comitiva, en un montaje muy parecido a lo que mostró hace años la película JFK, de Oliver Stone.
La siguiente es una lista de los que fueron contratados por “nadie sabe, nadie supo” para llevar a cabo el fuego cruzado (Jim Marrs dixit) en la Dealey Plaza aquel 22 de noviembre de 1963 y los posibles asesinos, empezando por Lucien Sarti (mafioso y asesino corso), que escapó luego de dispararle disfrazado de policía de Dallas desde el Grassy Knoll a Kennedy, para andar a salto de mata por el mundo. Luego de llegar a México, fue muerto por nuestro temible policía de élite, Florentino Ventura, en un operativo de drogas aparentemente normal en Polanco. A las dos semanas, Ventura y su esposa morían también misteriosamente. Igualmente se maneja que el segundo tirador fue Herminio Díaz, un matón cubano cuyo patrón era Santo Trafficante.
Roscoe White, policía de Dallas, alias Mandarín, es otro que, se afirma, disparó desde la Loma de Césped con un Mauser 7.65. Dejó hasta un diario detallando su contratación y su papel en el asesinato, donde él o Sarti, le quitaron una película a un militar retirado que había filmado los disparos (eso se puede ver en el documental LoshombresquemataronaKennedy). Una testigo también lo vio (Beberly Oliver). El tipo tuvo como cómplices a JD Tippit (el policía que pudo haber matado a Oswald, pero que titubeó), a quien mató, y a Bill Seymour. Todos como “jugadores” ese día en Dallas, fueron eliminados por agentes de la CIA, los que instruyeron a Mandarín para acabar con la amenaza que significaba JFK.
El pistolero mafioso Eugene Brandig y un mercenario francés conocido como “Max”, se dice que alcanzan con sus rifles (Mausers Gewerh 43 con mira telescópica) a Kennedy, por la espalda, con los primeros disparos efectuados desde el Dal Tex Building. Yito del Valle (oficial de la dictadura de Fulgencio Batista) también dispara y la da al gobernador Conally. William Greer (chofer del vehículo del Presidente, aminora la velocidad para que Roscoe White y Max le destrocen el cráneo a Kennedy con sus rifles). La operación fue filmada y fotografiada por muchos testigos, a los que les fue confiscado su material por la CIA, el FBI y el Servicio Secreto para, luego de manipularlo, destruirlo.
Han pasado diez segundos y una vez terminado el trabajo, todos los implicados, con su dinero, van a otro encuentro: el de su muerte, porque todo se paga en este mundo (que no quede huella, que no y que no) y no se puede andar asesinando así a presidentes todos los días.