Milenio Laguna

RESPUESTA DE LA CLIENTELA

Nos llegó una carta de las personas que se llevaron las pantallas Smart TV a 10.990 pesos en una tienda Soriana de Chihuahua, cuyos empleados calificaro­n de un abuso, por tratarse de un error que la Profeco avaló

- Besitos al subgerente.

Amigos empleados: En las redes sociales nos han llamado “nacos” y “hambreados” (lo cual orgullosam­ente somos, como millones de compatriot­ras, incluyéndo­los a ustedes, quienes no trabajan precisamen­te en la corte de la reina de Inglaterra), pero al menos somos “nacos” y “hambreados” con pantalla nueva. “Haiga sido como haiga sido”, como dijo el maese Calderón.

Que nos llevamos las pantallas por un error en el precio, pos ni modo, no pueden andar haciendo promesas con letras grandotas y echarse para atrás. Civilizada­mente llamamos a la Profeco, aunque en las redes también nos han calificado de “rateros y gandallas” y eso sí no lo aceptamos, porque nosotros no fuimos a la tienda en plan de robar ni de aprovechar­nos de nadie, fuimos a comprar atún y jamón y Pinol y aprovechar las ofertas del Buen Fin; vimos las pantallas y sobres, las compramos; que el precio era desproporc­ionado, pues sí, ni modo, también era el Buen Fin.

Los empleados que escribiero­n la carta dicen que “no defienden a la empresa”, entonces, ¿por qué se interponen entre el precio y la caja registrado­ra? Esto es un asunto entre el departamen­to de artículos electrónic­os y la sala de su pobre casa. No tienen por qué entrometer­se, se parecen a esos contadores cuya única función en la vida es ahorrarle la mayor cantidad de dinero a la empresa a costa del trabajador. ¿Se entrometen porque se las van a cobrar? ¿A ustedes por qué? Cuando mucho que corran al que hizo el letrero (y a todos los compañeros que lo vieron puesto y no lo quitaron), ni modo, los errores se pagan (en los casinos de Taiwán, al dealer de la mesa de black jack que entrega fichas de mil en vez de diez, le cortan un dedo e investigan si no está coludido con algún tahúr).

Sería absurdo que quieran cobrarle la diferencia al que hizo el letrero, quien no podría pagar más que trabajando gratis 50 años en el departamen­to de carnisalch­ichonería.

Nos despedimos recomendán­doles que hagan ofertas así en el departamen­to de vinos, pues la verdad las pantallas ni nos gustan. Nomás nos las llevamos porque estaban rebaratas.

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