Mueren Aharon Appelfeld y Paul Otchakovsky-Laurens
Aharon Applefeld, uno de los escritores israelíes más prolíficos, cuya última novela, Perplejidad, se publicó hace tres meses, murió ayer a los 85 años. Escribió 47 libros en lengua hebrea, un idioma que empezó a aprender en 1946, a los 13 años. Muchas de sus obras, que en gran parte están ambientadas en los tiempos del Holocausto, están traducidas al español.
El escritor nació el 1932 en Czernowitz, una ciudad que perteneció a Rumanía y que hoy es parte de Ucrania. De familia judía y germanófona, él y su padre fueron deportados en 1940 a un campo de concentración alemán, aunque consiguió escapar de su cautiverio y se convirtió en un prófugo que sobrevivió escondido en Ucrania. Después fue cocinero para el ejército soviético, y tras el conflicto acabó en un campo de desplazados en Italia, hasta que en 1946 se trasladó al Mandato Británico de Palestina.
Muchas de las historias que Appelfeld escribió en sus obras literarias están relacionadas con su vida: “No escribo memorias, utilizo piezas de mi propia experiencia”, declaró a TheIndependent en 2012.
Appelfeld obtuvo múltiples premios literarios: en 1983 recibió el Israel de Literatura, y en 1989 ganó el Nacional Judío del Libro de Ficción. En 1997 fue designado Miembro Honorario Extranjero de la Academia Norteamericana de las Artes y las Ciencias.
El escritor israelí falleció a la edad de 85 años, mientras que el editor francés, a los 73
Por otra parte, el editor francés Paul Otchakovsky-Laurens, fundador de la editorial POL, que publicó obras de Georges Perec, Marguerite Duras y Emmanuel Carrère, murió el martes a los 73 años en las Antillas francesas, informó su editorial. “Murió en un accidente de automóvil”, dijo el responsable de comunicación de la editorial, Jean-Paul Hirsch.
Nacido en 1944 en Valréas, Francia, Otchakovsky-Laurens creó la colección POL —sigla de su nombre— en la editorial Hachette. En 1983 la transformó en editorial independiente. El año pasado también se encargó de dirigir un documental Editor, que definió como “el relato de su vocación”.