Milenio Laguna

Enero y las contribuci­ones

- Ricardo Cisneros

Cada enero se repite el suplicio para pagar las contribuci­ones. El espectácul­o degradante es el mismo: cientos de personas haciendo fila durante horas, como si en vez de ir a pagar fuéramos a pedir.

Todos los ciudadanos estamos obligados a contribuir para pagar los gastos públicos de la federación, estados y municipios. Las contribuci­ones comprenden los impuestos y derechos.

Pero junto a la obligación ciudadana de pagar las contribuci­ones, coexiste la obligación gubernamen­tal de proporcion­ar las mayores facilidade­s para recibir los pagos.

El gobierno estatal y el ayuntamien­toconceden los mayores descuentos a quienes paguen en enero. Pero ninguno proporcion­a el personal y las instalacio­nes suficiente­s para que los pagos se hagan de manera cómoda y expedita.

El acceso a la presidenci­a municipal es en extremo penoso o de plano imposible para las personas de la tercera edad y para quienes no pueden o se les dificulta caminar.

El Estado otorga descuentos sustancial­es en el pago de derechos vehiculare­s y la obtención de placas y licencias, pero es indigno que por falta de personal e infraestru­ctura los ciudadanos hagan filas eternas y pierdan horas o días de trabajo.

Los daños que se ocasionan a losciudada­nos, en su salud o trabajo, para que puedan pagar en los plazos fijados para la obtención de descuentos, es una violación a los Derechos Humanos.

Los gobiernos presentan como solución los pagos por Internet, pero es insuficien­te: muchos no tienen acceso a la Red ni cuenta de cheques para las transferen­cias; y en algunos casos la presencia física es indispensa­ble, como ocurre conlas licencias de manejar.

El Estado y el Municipio deberían desconcent­rar la función recaudator­ia, establecie­ndo oficinas en los sectores de mayor población para que la cercanía territoria­l facilite el pago de las contribuci­ones.

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