Globalización cultural
Todos sabemos que la globalización ha sido comparada frecuentemente como a montar una bicicleta en el cual el conductor se mueve hacia delate o sencillamente, se cae. Atrapados en el fuego cruzado de las maniobras políticas y económicas de algunas naciones súper poderosas, los trabajadores culturales en el esquema de las cosas, por así decirlo, están siendo marginalizados, así como si fueran “neutralizados” con los ojos totalmente cerrados, limitados a una actitud de espera, de indolencia y falta de respuesta.
Muchos creadores hemos, figurativamente, conocido al “enemigo”. Y el enemigo incluye no solamente a los grandes inversionistas de la globalización, también a los trabajadores culturales existentes en el mundo. No- sotros nos hemos convertido en nuestro propio enemigo. Cuando nuestros sueños nos levanten de una sacudida sin precedentes del escepticismo y desbarajuste cultural en el cual nos hemos quedado viendo los unos a los otros, experimentando nuestras propias versiones del “calentamiento global” traído a nosotros por los peligros de nuestra falta de acción frente a las fuerzas perversas y las demandas del mercado nacional e internacional que nos mercantilizan para sus propios fines, tal vez sea demasiado tarde. La cooperación mutua en los problemas globales y en los tratados de comercio, son objetivos cada vez aun más difíciles de alcanzar.
Tendríamos que reflexionar al respecto seriamente para actuar en conjunto, minuciosamente, sociedad y creadores, sin ningún retraso. La bomba de tiempo se ha activado y nos está amenazando: Si no nos ponemos las pilas ante esta situación global para los artistas, nos convertiremos meramente en una complacencia congelada, en mero entretenimiento, o nos quedaremos estancados en el camino creativo. La globalización, se ha ido convirtiendo en un ejercicio ideológico en el cual la fuerza política y el control económico dominan las vidas y los destinos de otros para su propio beneficio, ello podría hacer perder de vista a los inversionistas en cultura, el contribuir a la riqueza del bienestar de la gente, mejorar su calidad de vida y crear una existencia con sentido dentro de una diversidad cultural que fortalezca el ánimo y la esperanza de la humanidad.