Vida y Muerte
“La novedad más original del cristianismo es la concepción de la muerte como principio de la vida eterna”. Enrique Rojas, psiquiatra.
Ayer celebramos dos fiestas que por sí solas pudieran contraponerse pero que, al contrario, se complementan como parte del fin del ser humano para muchos cristianos. El inicio de la cuaresma y la fiesta de San Valentín, nos convocaron a festejar la muerte y a la vida.
Por una parte, el día de San Valentín - en la actualidad- se concibe como aquel día en el que se remarca en especie todo aquello que se consagra en el reconocimiento del otro, ya sea amor o amistad; el hombre en vida social sería incapaz de sobrellevar los quehaceres sin el lazo afectivo que representa la convivencia; es la dicha de compartir y saber que hay quien participa en el mismo juego que tú. Se abraza y festeja la vida.
Por otro lado, el día que se impone la ceniza a los católicos nos recuerda la posición espiritual que tenemos que: “Somos polvo y en polvo te convertirás”, certeza de morir previo al tránsito de saber vivir. Paz y convicción de que al final de la vida comenzaremos una nueva después de la muerte pues esta, debe ser el coralario después de la existencia.
En esas dos instancias afectivas (fe y amor), no entran discusiones entre lo que cada persona siente y como se nos demuestra la vida y muerte en el tránsito de la vida. Lo que ayer celebramos con puntualidad, es la fragilidad de la vida y la permanencia en el amor donde los amigos, juegan un papel importante pues la vida sin amor y amistad es un abismo infinito de dimensiones dantescas.
Pero mientras haya vida, habrá el pretexto de celebrar el inicio y fin de nuestra existencia…