La sensación térmica de
Este miércoles fue muy elevada. El gusto por las flores y los detalles o regalos no se ha perdido
Las calles, banquetas, las esquinas de la ciudad, han cobrado una amorosa dimensión. Más que el homenaje religioso a San Valentín, fieles a la demostración del cariño a través de las caricias emotivas a de las flores, globos o peluches, han detonado la proliferación del emprendimiento del negocio informal, una venta que atrae a jóvenes, familias, parejas, todos en pos de la amistad, el amor o la pasión hecho detalle.
“Estoy comprando un arreglo de flores para mi novia, seguido le compro pero como es un día especial, pues hay que invertirle un poco más”, comentó Fabián Calderón, quien llegó al Mercado de las Flores a comprar a su novia un arreglo de rosas con gerberas. Además de ello, le compró a su amada, un oso panda, que todo en conjunto se lo entregó en la comida especial que le organizó para celebrar dicha esta fecha. En total su presupuesto oscilaba los dos mil quinientos pesos.
La sensación térmica de este 14 de febrero fue muy elevada. Quizás las hormonas parecieron exacerbar las emociones y las pasiones; o simplemente fueron los casi treinta grados centígrados y cielo despejado lo que generó dicha sensación; la venta de artículos alusivos no se limitó a los comercios organizados o formales en calles, en banquetas, bulevares, avenidas transitadas, afuera de negocios o incluso debajo de puentes peatonales, sobre los cofres de los coches o en mesas, el amor validaba cualquier escaparate aún y que la forma improvisada que haya tomado.
El gusto por las flores y los deta- Las flores, globos o peluches, han detonado la proliferación del emprendimiento La venta de artículos alusivos no se limitó a los comercios organizados o formales lles o regalos no se ha perdido; las calles perimetrales a este centro de venta floral ubicado sobre la calle Blanco entre Hidalgo y Presidente Carranza del centro de Torreón, se vieron saturadas en su vialidad por la cantidad de vehículos de compradores que acudieron a realizar sus compras. La esquina de Treviño y Presidente Carranza fue el sitio más cercano para poderse estacionar.
A dos cuadras de distancia del tradicional mercado, no era de sorprender el ir y venir de jóvenes cargando arreglos florales, osos de peluche, corazones hechos globo; algunos con pena otros los mostraban seguros de que sería el regalo ideal. Peluches de osos con apariencia “transgénica”, por lo excéntricos de su apariencia y tamaños, eran la delicia para los jóvenes que sin miramientos pagaban de 100 a 500 pesos por dichos detalles en los puestos que con los regalos pintaban de rojo el panorama, impidiendo el libre andar por las banquetas o incluso el estacionamiento.