Milenio Laguna

En Juárez causaba alarma llegada de un contingent­e

Destacaban regimiento­s, aeroplanos, hasta globos, parque y hasta 300 cañones a bordo de varios convoyes militares

- Cecilia Rojas

La alarma estaba en Juárez pero los pertrechos en El Paso. Y nadie sabía nada. Con eso de que las notas diplomátic­as las contestaba­n bonito y vaya usted a saber cómo las interpreta­ban.

Porque para esto el senador Fall andaba ahí diciendo a gritos que la respuesta de la última nota contestada de modoso modo, era una auténtica provocació­n de don Venustiano, algo que ameritaba un pronto y enérgico proceder, en palabras tristes, la invasión plena.

De pilón seguía el contraband­o de alcohol de México a EU. Ahí si no había mucho que alegar, pues los muertos no hablan y en esta ocasión guardias fronterizo­s mataron a balazos nutridos a dos presuntos contraband­istas, cuyos cadáveres fueron exhibidos en el Puente Internacio­nal por si alguien los reconocía. El whisky que según esto iban a pasar, fue decomisado.

Y con todos los pendientes que tenían los yanquis, se concluyó que los Tratados de Paz en la guerra de Europa, serían discutidos entre los senadores gringos, hasta después de la Navidad; esos tratados se habían convertido en un dolor de cabeza y lo que faltaba.

Pancho Villa perdía otro de sus brazos, no sabemos si sería el izquierdo o el derecho, pero Nicolás Fernández, jefe de los Dorados, se entregó al gobierno constituci­onalista junto con 40 hombres que le eran leales. El otro hombre de confianza de Villa fue Martín López, que fuera su jefe de escolta.

Los policías de Puebla iban a recibir diez bicicletas para mejorar el servicio. Pobres. Se le entregaron al Jefe de la Inspección que ya decidiría cuales de sus muchachone­s andarían pedaleando en el nombre de la ley. Previament­e les habían donado una carretela para trasladar a lesionados o fallecidos, pero se convirtió en el vehículo de uso del Inspector Zavaleta, a cargo de la instancia.

Acá de este lado, se dio a conocer que siempre no se iban a trasladar a Gómez Palacio los talleres mecánicos de Ferrocarri­les de México, y al parecer todo habían sido rumores, afortunada­mente, porque en Gómez no estaban muy convencido­s de tener ese beneficio, y les apuraban los trabajador­es que fueran a quedarse sin trabajo allá en la capital.

Después de que fue fusilado el General Felipe Ángeles, su viuda murió. Vivía en Nueva York, y como nunca faltan los que inventan cosas, se decía que la señora había dejado una fortuna de un tesoro encontrado por su marido, unos cinco millones de dólares. En realidad solo dejó dos mil 500 a sus cuatro hijos, cifra respetable pero insuficien­te.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico