Milenio Laguna

Autoengaño

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay

Dice Pontalis, escritor central de la intimidad, que el autoengaño es una forma compasiva del desconocim­iento de la realidad. Pensé en esta forma de la ignorancia mientras revisaba los más recientes números de las encuestas presidenci­ales. Si entiendo bien, AMLO va a la cabeza con una cómoda ventaja, seguido de lejos por Anaya y ni qué decir de Meade perdido en su laberinto. Margarita dice que ganará la elección.

Ricardo Anaya está de pie, pero noqueado, como los boxeadores tocados por sus rivales. Desorienta­do por los golpes que ha recibido, Anaya no sabe a dónde responder ni cómo hacerlo, sus seconds se encuentran tan desorienta­dos como él. Por lo demás, Anaya tiene apenas una oportunida­d de reacción, pero no se ve dónde ni cómo. Según entiendo, las campañas necesitan un estratega y Anaya no lo tiene. La verdad ha resultado una decepción, se defiende de las embestidas priistas con desesperac­ión, tiene miedo, no ataca. Va a la contienda en busca de nada que no sea un autoengaño: ganaré. No ganará.

Meade es el ejemplo mayor del autoengaño. No recuerdo candidato priista más débil, flojo, incapaz de conectar con la sociedad que Meade. Como se dice en la jerga del beisbol: no trae nada en la manopla. Meade parece siempre cansado, sin saber qué hacer, errático aun cuando podría ser el más potente de todos los candidatos no tiene carácter. No ganará.

Margarita es el emblema del autoengaño. Ha llegado a la boleta un poco sin saber para qué, cuándo, cómo. La pregunta fundamenta­l de su vida es la siguiente: ¿quiero que gane López Obrador? Si la respuesta es afirmativa, está en el camino correcto; si no, le espera un dilema ético, político, familiar. Al parecer ha decidido. No ganará.

López Obrador es el gran maestro del autoengaño. Su plataforma está llena de propuestas irrealizab­les. López Obrador está convencido de sus mentiras. Se trata del mitómano más peligroso, el que está seguro de que todo lo que desea se convertirá en realidad. Nada en la vida funciona así, pero López Obrador se encuentra cerca de lograr su obsesión. Si llega, el sueño se le volverá un dolor de cabeza. Un día, el autoengaño te busca, te encuentra, te confronta. Y luego viene el sexenio.

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