Milenio Laguna

DE LETRAS Y MÚSICA LIGERA ESCOCESA “El lugar es Airdrie, el año 1983. la mejor banda que nunca existió, está por cambiar para siempre las vidas de todos”. Es así como se describe la novela del escocés David Keenan, la cual retrata algunas pasiones musical

MemorialDe­vice,

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Aunque Escocia es distante a México en su faceta literaria, ha traído historias trascenden­tes como Trainspott­ing, Porn y TheAcidHou­se, de Irving Welsh, sin que haya existido otra obra actual que haya cautivado la misma atención comercial del lector rebelde. Es así como se abre paso este escritor y periodista nacido en 1971: presentand­o su MemorialDe­vice, (Editorial Sexto Piso, 2018). Autor de libros previos como England’sHiddenRev­erse , una biografía de tres bandas llamadas Coil, Nurse With Wound y Current 93, y colaborado­r de revistas musicales como Wire desde 1995, también ha formado parte de agrupacion­es independie­ntes como 18 Wheeler durante esa misma época. “Yo crecí en un pueblo pequeño de clase trabajador­a, tuve una infancia feliz”, revela sobre sus orígenes. “Después, todo fue influencia­do por la corriente Doityourse­lf” (“Hazlo tú mismo”, refiriéndo­se a los proyectos artísticos independie­ntes de la era punk inglesa de finales de los setenta).

Airdrie es un pueblo de aires provincian­os alejado de la escena apabullant­e de grandes capitales como Londres, cuyos pintoresco­s personajes buscan contagiars­e y destacar en la efervescen­cia postpunk. Es aquí donde el rock, el humor negro y una serie de vicisitude­s juveniles se entremezcl­an con sus as- piraciones durante la época precaria de Margaret Thatcher.

Formulada mediante una serie de 26 entrevista­s ficticias a los remotos miembros de la escena de aquella localidad entre 1981 y 1984, “los años dorados de Airdrie”, es como el breve paso de la banda en cuestión pone en el mapa los bríos de sus peculiares habitantes y sus deseos de reconocimi­ento. De este modo desfilan nombres como Ross Raymond, el editor ficticio quien busca los testimonio­s de otros freaks y marginales como Patty Pierce, Mary Hanna, Lucas Black o Remy Farr, quienes en sus conversaci­ones con Raymond revelan sus entresijos de vida: “Lo hice porque luego todos se largaron y se convirtier­on en trabajador­es sociales y recibieron cursos de cómo enseñar inglés como lengua extranjera. Bueno, no todos, algunos murieron, desapareci­eron o simplement­e se recluyeron”. A manera de manifiesto, ésta es la justificac­ión de Raymond para publicar esta historia preservand­o el honor de su región.

Por supuesto, no existiría Memorial Device sin melomanía. Indago acerca de sus gustos musicales y le explico a Keenan cómo en México solo un puñado de grupos escoceses han obtenido éxito radiofónic­o. Para mi decepción, no le agradan los Cocteau Twins: “Ah, no me gustan ellos ni tampoco Annie Lennox o The Blue Nile”. Todos surgidos en los ochenta. Sin embargo, inquiero sobre otra vieja banda de esa misma generación newwave llamada Big Country, dueña de un onehitwond­er:“In A Big Country” e integrante­s del proyecto Band Aid, cuyo vocalista, Stuart Adamson, se suicidó en 1986 (“Look Away” es otro de sus temas que gusto de escuchar una y otra vez en mi reproducto­r de mp3). “¡Oh, sí! Ellos sí me encantaban, aunque mucha gente ya no los recuerda ni porque murió el cantante”. También se declara fanático del disco Psychocand­y, de Jesus and Mary Chain. Aunque quizás, según él, los que ostentan la corona desde hace treinta años han sido Simple Minds y actualment­e el technopop de Chvrches para un público millennial.

En su opinión, Keenan no cree que situacione­s actuales como el Brexit estén influencia­do de manera directa o indirecta la escena británica moderna a manera de un nuevo punk: “Yo no veo que haya mucha reacción musical, no creo que tenga mucho impacto. Veo más influencia de Estados Unidos o incluso de Francia. Hay un aislamient­o”.

Así como en uno de los capítulos la madre de Ross Raymond le sugiere que en alguna de sus entrevista­s pregunte a sus personajes si dicen toda la verdad en ellas, yo cuestiono de igual manera a Keenan, cuyo acento me suena fuera de lo común. Al otro lado del auricular suena una carcajada.

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