Las campañas: saldo preliminar
Aexcepción del caso de López Obrador, lo que se ha advertido hasta ahora en las campañas electorales de los demás contendientes es la falta de diseño.
AMLO, a diferencia de sus anteriores dos campañas presidenciales, ha mostrado hasta ahora, salvo en algunos momentos, disciplina estratégica. Tono discursivo, relación con los medios, agenda temática, batería de voceros, producción en medios, selección de eventos; una escena, un entorno y un personaje controlados para una campaña de libro de texto, como demanda un electorado promedio predominantemente masculino, resentido y no obstante cierto nivel de escolaridad, refractario a la argumentación y receptivo al reproche y a la revancha, independientemente de los costos, individuales o grupales que ello suponga. Los estrategas de AMLO leyeron correctamente el contexto electoral y han sido cuidadosos en que su candidato no se aparte del guion y vuelva a ser él mismo. Algo aprendieron tras 12 años de equivocaciones, algunas de ellas recientes, apenas a finales del año pasado cuando todavía el AMLO verdadero llamaba calumniadores a sus entrevistadores. Ya no. París bien vale una misa, aunque no hay que olvidar que Enrique IV murió asesinado.
Llamarle echeverrista no lo descalifica. Si ha habido un presidente en el México contemporáneo apegado a la consistencia de un modelo de gobernabilidad, fue Luis Echeverría, así el balance haya sido desastroso. En el caso d e AMLO es lo mismo, hay diseño y consistencia en un modelo político autoritario con un esquema económico y social arcaico y técnicamente erróneo, pero hay correspondencia entre uno y otro ámbitos. Hasta en rodearse impunemente de delincuentes y farsantes se parecen y con la misma impunidad de opinión pública.
Las otras campañas, todas, carecen de un mínimo eje rector. En el caso de Meade, hubo un momento en el que con acierto o con error, parecía que el objetivo inmediato era Ricardo Anaya. En los últimos días ya no está tan claro. No hay nuevos elementos de ataque, por momentos se pronuncia en contra de AMLO y las propuestas son de acuerdo con el evento al que asiste. Es decir, no hay propuestas dado que no hay un hilo conductor discursivo. Su campaña de medios es de cuarta: o lo retratan en escenarios sombríos, transmitiendo un mensaje en tono funerario o lo visten con unos pantalones amarillo canario en un spot del Panal y no exactamente en la playa. Su fortaleza, quizá su única fortaleza, que es su rigor académico, brilla por su ausencia.
Ricardo Anaya sigue acusando la golpiza de la nave industrial, el lavado de dinero y su imagen de joven oficial de la Gestapo. Fuera de eso, toma de aquí y de allá propuestas de AMLO sin su credibilidad personal.
Margarita Zavala saca provecho de un electorado femenino, muy importante, a la fecha indeciso, especialmente entre mujeres mayores de 30 años que ven con seria desconfianza a AMLO. En el tema de seguridad se oye muy convencida bajo las mismas líneas de acción que guiaron la presidencia de su cónyuge. Del Bronco, ni qué decir. Falta una semana para el debate y el punto de inflexión o el punto final.
AMLO, a diferencia de sus anteriores dos campañas presidenciales, ha mostrado hasta ahora, salvo en algunos momentos, disciplina estratégica