Este mal significa un robo a los mexicanos, un obstáculo al desarrollo y un origen de la desigualdad. Debemos exigir, como en la canción de Joan Manuel Serrat: “Aquí, señores, se acabó la fiesta”
os candidatos presidenciales abordarán mañana en el debate el combate a la corrupción. Es, sin duda, la asignatura pendiente más importante del país. La corrupción imperante es un peligro para México y una vergüenza internacional.
Así como los mexicanos estamos orgullosos de la fortaleza de nuestra cultura, de nuestra riqueza natural, de la belleza de nuestras ciudades y playas, debemos estar profundamente avergonzados de que a nuestro país se le identifique en el mundo como uno de los más corruptos.
La corrupción significa un robo a los mexicanos, un obstáculo al desarrollo y un origen de la desigualdad. Debemos exigir, como en la canción de Joan Manuel Serrat: “Aquí, señores, se acabó la fiesta”.
Enumeremos algunos de los casos emblemáticos de corrupción que, en su mayoría, han terminado sin consecuencias:
1. El caso Odebrecht. El poderoso conglomerado brasileño incursionó en diversos países de América Latina, inclusive México. En varios de ellos sobornó a funcionarios para obtener contratos preferenciales, en ocasiones sin licitación, con precios inflados.
En Brasil, el principal accionista de la empresa está en la cárcel, así como ex funcionarios del gobierno y de la propia empresa. En Perú, un presidente cayó y otro ex presidente está detenido. En Ecuador un vicepresidente ya fue separado de su cargo y condenado.
En cambio, en México, la Secretaría de la Función Pública sancionó al funcionario brasileño de Odebrecht que reveló los sobornos otorgados a Emilio Lozoya, cuando fue encargado de asuntos internacionales de la campaña de Enrique Peña Nieto, y luego director general de Pemex.
Lozoya, reconocido en los círculos petroleros internacionales por hacer negocios a nombre de la familia Salinas de Gortari, sigue tan campante.
Por cierto, la actividad de Odebrecht en México comenzó en el gobierno de Felipe Calderón, específicamente cuando Jordy Herrera Flores era secretario de Energía y José Antonio Meade, de Hacienda. ¿Podrían preguntarle a Meade si de casualidad se enteró de algo o se pasó dormido en las sesiones del Consejo de Administración de Pemex?
2. La compra de acciones de Repsol. Cuando Juan José Suárez Coppel, sobrino de Francisco Gil, fue director de Pemex en el sexenio de Felipe Calderón, la empresa mexicana adquirió hasta 9.4% de las acciones de Repsol, la empresa petrolera española, en sociedad con la constructora española Sacyr. Ello dio a Pemex la posibilidad de tener participación en el Consejo de Administración de Repsol.
La inversión resultó un fiasco, las maquinaciones de Pemex con Sacyr para controlar Repsol fracasaron. En 2014, Pemex vendió finalmente casi todas las acciones con pérdidas para el Estado mexicano. ¿Podrían preguntarle a Margarita Zavala cuál era el interés de su marido en Repsol? ¿El Consejo de Administración de Pemex, del que formó parte en su momento José Antonio Meade, autorizó dichas operaciones?
3. Laestafamaestra. Gran investigación realizada por Animal Político para demostrar que Rosario Robles, cuando era secretaria de Desarrollo Social, desvió miles de millones de pesos a empresas inexistentes y otorgó contratos a universidades públicas —que a su vez subcontrataron a empresas fantasma— para llevar a cabo obras e investigaciones que nunca se realizaron.
Su sucesor, el entonces secretario Meade, al parecer no se enteró de ello y si se enteró no denunció el fraude. Bien se dice “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”. ¿Por qué Meade no denunció el fraude de su antecesora?
4. Los moches. El nombre se hizo famoso para identificar en la Cámara de Diputados el movimiento mediante el cual los diputados recibían de Hacienda un jugoso porcentaje del presupuesto asignado a obras en las circunscripciones que representaban, a cambio de aprobar el presupuesto federal.
Es un apelativo relacionado directamente con el PAN y, aún más, con Ricardo Anaya, quien se benefició de los moches cuando era el líder de la fracción panista.
Anaya se ve entonces en un video volcándose en elogios al entonces secretario Meade, como un gran funcionario. ¿Será por eso que, con un buen “moche” de Meade, el diputado Anaya pudo adquirir la costosa nave industrial en Querétaro?
5. La compra del software Pegasus de seguridad. La empresa de origen israelí NSO vendió el equipo a la Procuraduría General de la República por 32 millones de dólares.
En México fue utilizado para espiar a periodistas críticos, a defensores de derechos humanos y asociaciones civiles anticorrupción. Pero lo más importante: nunca hubo claridad ni transparencia sobre el proceso de licitación, amparado en la clasificación de seguridad nacional.
Investigaciones posteriores identificaron que Tech Bull era una subsidiaria de Balam Seguridad controlada por Asaf Israel Zanzuri, quien tenía como socio a personas relacionadas con Guillermo Ruiz de Teresa, funcionario de la SCT, cercano al senador Emilio Gamboa.
La firma de Zanzuri se convirtió en una de las favoritas del actual gobierno para ganar contratos en materia de proveeduría de equipos de seguridad. No se transparentó el proceso de adquisición ni se persiguió a quienes espiaron a mexicanos que no representan ninguna amenaza a la seguridad nacional. ¿Qué ha pasado hasta ahora?
Nada, por supuesto, ni pasará si no hay cambio.