Milenio Laguna

- Hugo Hernández hugohernan­dez@mejorteatr­o.com

l pasado domingo se llevó a cabo el segundo debate presidenci­al. Como era de esperarse, al día siguiente los comentario­s en todos los lugares eran: quién ganó, quién fue el más atinado, quién dijo las mayores sandeces, quién esto, quién lo otro...

Yo vi todo eso un par de días antes. Y no, no es que sea clarividen­te ni nada parecido, sino que tuve el privilegio de disfrutar de El privilegio de

mandar en su versión teatral, y créame que no hay muchas diferencia­s entre el original y la parodia… bueno, sí hay dos, y muy grandes. En la ficción, lo que nos presentan es muchísimo más divertido e infinitame­nte menos peligroso. Como mucha gente lo sabe, El privilegio de man

dar es una parodia política que arrancó hace un par de sexenios en la televisión, a la que regresó este año, y de la cual se deriva este montaje que, como los candidatos a los que parodia, anda de gira por todo el país, y se presenta en sus últimas funciones, solo dos viernes más (hoy y el próximo) en la Ciudad de México.

Heredero de la tradición carpera que se vivió con gran éxito en nuestro teatro hace algunos ayeres, el montaje es realmente estupendo y divierte en grande, amén de agigantar — como lo exige el género— los errores y horrores de sus protagonis­tas.

Si bien el trabajo de los autores (Manuel Ajenjo, César González El pollo, Claudio Herrera y Sergio Adrián Sánchez) es genial, creativo, incisivo y bien documentad­o, crece y se actualiza cotidianam­ente gracias al trabajo de los intérprete­s, estupendos para la improvisac­ión y la morcilla.

Aunque el actual proceso electoral es la espina dorsal de la puesta en escena, para llegar al mismo la trama se va hasta el México prehispáni­co, para tratar de explicar el por qué de los genes de la corrupción, que parecen naturales en los mexicanos.

Margara Francisca, el famoso personaje de Lalo España, hace las veces de narradora (a través del video) y va enlazando los sketches que parodian distintos momentos de la historia nacional hasta llegar al presente.

No hay a quién irle de los actores de lo buenos que son todos. No es una sorpresa el estupendo trabajo en este género de Pierre Angelo (parodiando a Enrique Peña y Marcelo Ebrard), ni de Claudio Herrera (Meade) o Lenny Zundel (Salinas); pero si lo son, al menos para quien esto escribe, las muy cuidadas y divertidís­imas creaciones de Juan Frese (Anaya), Christian Ahumada (López Obrador), y Hugo Alcántara (el indio Brayan). ¡Que chavos tan buenos, talentosos, frescos…!

No paras de reír, de verdad.

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