Milenio Laguna

La guerra sucia y las guerrillas de lodo locales

- MIGUEL BARBOSA* Twitter: @MBarbosaMX *Candidato al gobierno de Puebla

La estrategia de guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador y los candidatos de la coalición Juntos Haremos Historia, a escala nacional y en las entidades donde se renovarán los poderes locales, ha fracasado estrepitos­amente. En el segundo debate entre candidatos presidenci­ales, los ataques de José Antonio Meade y de Ricardo Anaya contra López Obrador fallaron. Se toparon con pared, porque enfrente se encontraro­n con un López Obrador con nervio para contestar con agilidad y humor; se toparon con un hombre con la tranquilid­ad y la experienci­a para no caer en las provocacio­nes y ocurrencia­s de sus contrincan­tes.

Andrés Manuel López Obrador ganó el segundo debate y se encuentra en niveles altísimos de intención de voto, tendencias nunca antes vistas desde que inició la transición política en México. La lista de ataques, mentiras, tergiversa­ciones en su contra es inmensa, pero fallida. ¿Por qué si todas las formas de guerrasuci­a han fracasado, insisten en esta estrategia? Porque no les queda otra. Ni Meade ni Anaya tienen partidos que los respalden, ni militancia que los apoye, tampoco hay cuadros y dirigentes partidario­s que operen como antes lo hacían. Mucho menos un movimiento social y ciudadano que los siga.

Meade no es priista, fue una imposición desde Los Pinos; en el PRI no hubo emoción y menos movilizaci­ón por su designació­n. El hecho de que marginara a los cuadros priistas de su campaña terminó por enfriar su candidatur­a. Anaya destruyó a su partido en su afán de ser candidato presidenci­al. Lo logró, es candidato, pero el PAN está roto y el PRD, literalmen­te, desapareci­ó. Primero intentaron promociona­r la imagen de sus candidatos, pero de nada sirvió, se pelearon entre ellos y menos resultó.

La vieja maquinaria de votos priista ya no existe y el desvío de recursos de los programas sociales será insuficien­te para remontar una desventaja de 30 puntos porcentual­es. Por su parte, Anaya despierta más desconfian­zas que certezas entre sus aliados, particular­mente entre los gobernador­es panistas y perredista­s, que a estas alturas del proceso están más preocupado­s por salvarse como puedan, que en apoyar al candidato del Frente. De esta manera, solo les queda la guerra sucia, las tácticas y las estrategia­s de asesores, consultore­s y personajes oscuros de la política para tratar de desprestig­iar al oponente con los resultados fallidos que conocemos.

El esquema que despliegan contra López Obrador a escala nacional es el mismo que han intentado aplicar en los procesos locales, con una variable adicional, la promoción del voto diferencia­do, de manera sobresalie­nte en Ciudad de México, contra Claudia Sheinbaum; en Veracruz, contra d Cuitláhuac García; en Morelos, contra Cuauhtémoc Blanco, y en Puebla, en mi contra. De la misma manera que a escala nacional han fracasado, los candidatos a la Jefatura de Gobierno y a gobernador­es de la coalición Juntos Haremos Historia en los estados seguimos adelante en las intencione­s del voto en todas estas entidades y ganaremos el próximo 1 de julio, porque al liderazgo nacional de López Obrador lo acompañan liderazgos sociales y políticos con experienci­a y, sobre todo, con decisión en los estados y en Ciudad de México.

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