El terremoto que viene
AMLO ya habla como si fuera presidente. Su esposa habla ya como si fuera primera dama, aunque lo hace para advertirnos que va a terminar con esa figura, que, bien a bien, no sabemos para qué sirve. Bueno, en el caso de la ex primera dama de Veracruz al parecer el título le sirvió para enriquecerse y lo constatamos viendo cómo obtiene dinero de un cajero del Barclay’s Bank de Londres. Claro, no solo ella sino muchos políticos mexicanos piensan que merecen la abundancia.
Nuestros empresarios, los grandes, los potentados de verdad, deciden, a menos de un mes de las elecciones presidenciales, salir a hablar a sus empleados, y, de hecho, a todo el país, para advertirnos de los riesgos de equivocarnos y elegir un gobierno “populista”. No estoy en contra de que los empresarios ejer-
zan su derecho de libertad de expresión, que va, mucho menos que expresen sus temores respecto a lo que pudiera pasar si el país elige presidente a AMLO. No, solamente anoto para mi y para ustedes mi reflexión respecto a dónde estaban dichos personajes de la economía cuando el régimen priista, al caso es lo mismo con el régimen panista pasado, conducían a la nación a un laberinto de sangre y fuego y por no decir lo menos, perpetuaban las condiciones de pobreza de muchos millones de mexicanos. Sí, el empresario debe ocuparse de invertir y crear empleos, pero su fuerza y su gestión deben de servir para ser una cuña para el gobierno en turno y hacerlo que se ocupe de generar las condiciones de prosperidad para todos y no nada más para sus negocios.
Es claro que el régimen eco-
nómico y político actual ha sido y es históricamente propenso a proteger los oligopolios del país a costa del bienestar general; sin embargo, no podría yo afirmar que no se hace nada bien o nada que sirva, pero sí decir que lo que falta es mucho y la carencia de un estado de derecho o de un sistema de justicia presentable, aunado a una economía mediocre, conducen al elector, sobre todo a los jóvenes de clase media y baja, a votar por “el cambio” encarnado no en el sublime y probo Pepe Meade o en el inteligentísimo Ricardo Anaya, sino en el Peje, personaje que ha sabido ser la única oposición visible a un sistema político en quiebra.
Tal vez no vamos a estar peor de lo que ya estamos, no lo sé, pero lo que sí es cierto es que nosotros somos los responsables de lo que pase.