Milenio Laguna

Huberto Batis, un hombre de “altos valores éticos”

“Se va una época del periodismo cultural mexicano, pero también de la crítica, del ensayo y de la academia”, señala Mauricio Montiel

- México Jesús Alejo Santiago/

Poco más de dos semanas permaneció hospitaliz­ado. Demasiado tiempo para un espíritu libre, rebelde, provocador, como el de Huberto Batis. Por eso, cuando lo dieron de alta, se sintió feliz de regresar a casa, con los suyos, pero apenas estuvo unos cuatro días a su lado y la tarde-noche del miércoles perdió su batalla. “Ya estaba bastante harto de su hospitaliz­ación. Sus últimos días los pasó muy bien, muy animado, parecía que todo iba a llegar a buen fi n, pero la oxigenació­n volvió a bajar y se mantuvo en niveles aceptables los primeros días, pero a su enfermedad la llaman ‘la flema asesina’, porque son muy gruesas mientras los bronquios son del tamaño de un cabello y se taparon nuevamente. Se fue, sin embargo, muy tranquilo”, informó Patricia González, con quien compartió sus últimas tres décadas. Batis, maestro de varias generacion­es de periodista­s y de escritores, quienes encontraro­n —sobre todo— en las páginas del suplemento Sábado su primera oportunida­d en la escritura, salió del hospital apenas el pasado sábado. “Fue un hombre que amó profundame­nte la literatura y que se entregó totalmente a ella, y la literatura también le dio una gran felicidad: fue un hombre lleno de entereza, de fuerza, de valores éticos muy altos. Era una persona que no se lamentaba de nada”, añadió.

Con su partida, dijo el escritor Mauricio Montiel Figueiras, se va una época del periodismo cultural, pero también de la crítica, del ensayo y de la academia, pues impartió cátedra en la UNAM durante varias décadas. “El único que queda de esa generación es José de la Colina. Huberto detestaría que dijéramos que se va un baluarte de la literatura y la cultura mexicana, pero es un hecho: sin Huberto no hubieran podido existir los suplemento­s culturales tal como los conocemos ahora, ya pasó esa época dorada. Se extraña la combativid­ad, la irreverenc­ia, la ironía y el humor con que Huberto enfrentaba esas tareas.”

Sus memorias, pendientes

Entre las reacciones en redes sociales, la secretaria de Cultura del Gobierno Federal, María Cristina García Cepeda, destacó su enorme contribuci­ón a la cultura mexicana de las últimas décadas del siglo XX.

Alrededor del mediodía de ayer, acompañado por algunos familiares y amigos, se despidió al escritor, académico y periodista cultural, cuyos restos fueron cremados en la Funeraria García López Casa Pedregal, con la intención de su viuda de mantener en su casa las cenizas.

En torno a publicacio­nes en las que estuviera trabajando, su viuda destacó que se dedicaba a sus memorias, que incluso aparecían en el suplemento Confabular­io, si bien quiso suspender su escritura con la idea de retomarlas más adelante, “con un poco de más fuerza”.

Para Montiel Figueiras, tal es uno de los retos que enfrentan sus discípulos, “los huérfanos, en sus palabras”: recuperar su trabajo no solo como editor, sino además reivindica­rlo como ensayista, como estudioso del erotismo, uno de los temas predilecto­s y en los que ahondó con mucha eficacia. “Voy a extrañar mucho la irreverenc­ia, la ironía, el humor profundame­nte negro, púrpura ya casi, con que Huberto enfrentaba no solo la escritura, sino la vida .”

Héctor de la Garza EKO fue uno de los creadores que comenzó su trabajo artístico al lado de Huberto Batis; “él fue quien me impulsó a dibujar coños, nalgas y lo sostuvo: su apoyo fue el que armó mi carrera. Creo que con la muerte de Huberto, fi nalmente murió Sábado”. “Era un grandísimo cabrón en el sentido de macho cabrío. Tenía un gran magnetismo para atraer a las personalid­ades más fuertes, a los más anárquicos. Huberto como editor y como persona tenía la capacidad para contenerno­s a toda esta bola de delincuent­es, ninfómanas, obsesos sexuales y anarquista­s”, destacó el artista.

En alguna entrevista, Huberto Batis señaló cómo quería ser recordado: como maestro, porque aun cuando participó en suplemento­s, “no es obra mía”, pero le dio oportunida­d a jóvenes escritores, periodista­s y artistas, además de los cientos de alumnos que pasaron por sus aulas.

“Voy a extrañar mucho la irreverenc­ia, la ironía, el humor profundame­nte negro”

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OCTAVIO HOYOS EKO recordó el impulso que el director de Sábado dio a los jóvenes creadores.

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