Los creyentes
Me invitó Carlos Loret a su noticiero
Despertar, a una mesa de debate: “AMLO y la prensa”. Participaron también Hernán Gómez y Héctor de Mauleón. Como en otras ocasiones, acepté y, también como otras veces, dije lo que pienso. No es una opinión, sino un hecho documentado que el Presidente electo mantiene una relación tirante con la mayor parte de la prensa, que no le gusta la crítica, que tiene la piel delgada a la hora de los comentarios adversos. Me referí a lo que López Obrador llamó falsamente “cerco informativo” hace años y cité la muletilla de estos días, “la prensa fifí”. Recordé además que en sus conferencias matutinas cuando era jefe de Gobierno de la ciudad enjuició desde su atril a los periódicos Crónica y Reforma.
De Mauleón hizo su propia lista de los pleitos de Presidente electo con la prensa y los periodistas. Hernán Gómez le puso candela y dijo que los “comentócratas” no entienden los aires de cambio que corren por los pasillos de la vida pública. Estuvo bueno.
Dije también que la política pública del nuevo gobierno que reducirá drásticamente el gasto en comunicación social ha sacudido a la prensa. Ese anuncio ha llevado a los empresarios, los directivos y los administradores a tomar sus previsiones, de ahí los recortes. Cambiará la relación entre el gobierno y la prensa. No está mal. El Presidente electo ha dicho que habrá menos dinero, “poquito porque es bendito”. A Jesús Ramírez Cuevas le tocará transparentar a los bendecidos. ¿Por qué a unos sí y a otros no?
He oído al senador Batres, al diputado Delgado y al propio Jesús Ramírez Cuevas, futuro vocero, afirmar que ni por asomo prenderán la máquina de la censura. Buena señal. Pero sus seguidores, los creyentes, no los han oído, o los oyen de más y obedecen. La tormenta de insultos e infamias en redes por mis opiniones ha sido notable. ¿Quién le sugerirá a esta turba que se puede pensar diferente? ¿Quién les explicará a estos seguidores que el linchamiento en redes es muestra de intolerancia? Al parecer, nadie.
Por cierto, me despedí de Hernán sin encono y me dijo adiós sin rayos y centellas. Pero los creyentes desataron su cólera. No olvido que son gobierno, que tienen el poder, un poder absoluto, o casi. Los creyentes son esos seguidores que están cerca del fanatismo. ¿Eso quieren?