A despilfarrar
El resultado de las urnas le dio a Morena 191 diputados, al PES 56 y al PT 61, los dos partidos que participaron, junto con el primero, en la coalición Juntos Haremos Historia. En conjunto sumaban 308 diputaciones, número muy superior a los 251 requeridos para aprobar cualquier iniciativa o reforma de ley (no artículos constitucionales). Pero alguien decidió que no sería conveniente depender ni siquiera de los aliados. Entonces, Morena recogió lo que dijo ser suyo y les ordenó a los morenistas que habían sido candidatos por el PES y el PT que abandonaran las fracciones parlamentarias de esos partidos y se sumaran a la de Morena. De esa manera, poco antes de que se instalara la Cámara de Diputados, la bancada de AMLO tenía 247 representantes, cuatro menos que los necesarios para ser mayoría. Sin embargo, sabiendo que sus aliados conservaron 61, no debiera ser problema hacerse del voto de esos diputados faltantes.
Pero no, qué lata andar pidiendo favores cada rato. Querían la mayoría ellos solitos. Y a otro alguien o al mismo (no se sabe) se le ocurrió la gran idea de ¿por qué no comprar cinco diputados verdes? Están de barata y lo único que piden es que Morena apruebe en el Senado la licencia como senador de su líder, Manuel Velasco, para que pueda violar la ley y regresar como gobernador de Chiapas durante tres meses. Ah, y que digamos que el intercambio fue para apoyar los hospitales para niños con cáncer. Oye, que además de que seremos cómplices de una violación de la ley, el Partido Verde tiene la peor reputación, han hecho transas hasta que se han cansado y son los mercenarios de la política (en este caso, qué término tan indulgente) más despreciados por la ciudadanía. Nos vamos a desprestigiar.
Y qué importa, si nosotros tenemos al político más honesto del país; sacamos 53 por ciento de los votos; no mentimos, ni robamos ni traicionamos; a las periodistas que pregunten si hay alguna contradicción con nuestros principios y nuestra honestidad, les respondemos con mucho cariño “corazoncitos” para que se calmen y, por si todo eso no bastara, tenemos un teflón de lujo: todo se nos escurre. En pocas palabras, tenemos tal capital político que podemos despilfarrarlo sin preocuparnos, pues no en balde encabezamos la Cuarta Transformación y sus acciones más revolucionarias —como darles becas a los ninis y duplicar la pensión a los adultos mayores— nos darán más popularidad.
Entonces, el liderazgo morenista en la Cámara de Senadores operó políticamente con una destreza y limpieza impecables e implacables —por llamar de alguna manera a votar dos veces negando el permiso de Manuel Velasco y luego retractarse tres horas después sin ningún argumento válido, pasando por encima de los artículos 116 y 125 de la Constitución: “nadie por encima de la ley”, según el enfático y reiterativo dicho de López Obrador en los debates presidenciales— para que al día siguiente el país entero se enterara de que cinco diputados verdes pasaban a engrosar las filas de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, a fin de que a los niños de México no les falten quimioterapias. Y de paso, para que el próximo Presidente de la República no se moleste negociando migajas a la hora de aprobar los cambios de la Cuarta Transformación, la que terminará con la mafia del poder, democratizará de verdad al país y demostrará que la política se puede ejercer de manera íntegra, sin transar con los corruptos y siempre apegada a la ley y a los principios.
Lo que los votos no te dieron, lo puedes conseguir con los verdes (en los dos sentidos, los billetes y los políticos del PVEM). No sea tan ingenuo ni tan quisquilloso, corazoncito. La integridad y la calidad moral pueden seguir esperando. El pueblo bueno sabe y comprende que todo es por él. Para eso es el capital político, para despilfarrarlo. Perdón para usarlo en bien de la gente.
Lo que los votos no te dieron, lo puedes conseguir con los verdes (en los dos sentidos, los billetes y los políticos del PVEM)