Ayotzinapa: la promesa
El jueves fue un día en que las palabras “simulación”, “circo” y “show” coparon un par de noticias relativas a situaciones delincuenciales y de inseguridad, las primeras lanzadas por el Presidente electo contra el atropellado caso sobre Javier Duarte, saqueador del erario, y la tercera disparada por el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez, hacia la operación militar para controlar la policía del puerto.
Guardadas las distancias entre los declarantes, uno mandatario electo y otro presidente municipal, no escapa a la sorpresa la descalifi cación implícita en las palabras de ambos, el primero contra la PGR y el caso armado al ex gobernador de Veracruz, quien atisba la libertad en máximo un lustro, el segundo cuestionando el despliegue de fuerzas federales por el desorden y las pillerías municipales.
Hay que recordar que apenas la víspera Andrés Manuel López Obrador había anunciado que, por decreto, creará una comisión de la verdad para saber qué pasó con los 43 normalistas de Ayotzinapa, declarados muertos por el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien se sabe que nunca bajó la guardia en el tema. “Te encargo, no hay nada más importante, es prioridad”, decía el mandatario al entonces titular de la Policía Federal, Enrique Galindo.
Con los índices de violencia al tope en el fin del sexenio y el tema de la corrupción colmando la agenda política, resulta natural que las autoridades venideras apunten sus baterías en esas direcciones, pero no bastará con discursos y buena voluntad.
Los grupos que han armado su agenda lucrando con el dolor de los deudos de Ayotzinapa no verán satisfecha jamás su campaña. Si les dan la cabeza de Tomás Zerón, pedirán también la de Jesús Murillo y después la de Miguel Osorio y luego la de Salvador Cienfuegos. Y aunque suene disparatado, eso será más fácil a que el nuevo gobierno dé con el paradero de los 41 muchachos de los que no hay rastro, porque uno ya fue identificado 100 por ciento por la ciencia forense austriaca y otro parcialmente como víctimas mortales.
Al próximo gobierno tocará ver el desenlace del caso Duarte y cumplir, imposible saber cómo, con la promesa a los deudos de Ayotzinapa. No habrá espacio para descalificar las instituciones del Estado, porque ellos estarán al frente del Estado.