La flor más bella del ejido
Mucho se ha comentado del Movimiento Estudiantil del 68. De esa tragedia hemos hablado quienes participamos de alguna manera en ella y los que solamente han visto imágenes, analizado documentos o escuchado relatos de las persecuciones y masacres perpetradas por el gobierno federal en agravio principalmente de los estudiantes reunidos en Tlatelolco la tarde del 2 de octubre de hace 50 años.
¿Que la alegre y valiente rebeldía juvenil contra el caduco sistema político estaba contaminada por células “trotskistas”,
“maoístas” y comunistas; que la Revolución cubana y los estandartes de Castro y “El Che” eran la inspiración de muchos participantes; que en otros países había movimientos libertarios; que la lucha por la sucesión presidencial y la proximidad de los Juegos Olímpicos generaron la “inestabilidad”; que la CIA atizó la pugna entre estudiantes y gobierno para “justificar” la represión contra la “conjura comunista”; que los jóvenes y el Ejército fueron víctimas de decisiones siniestras? Todo eso y mucho más deberán esclarecer los historiadores.
Sin embargo, por la nueva etapa que vivirá México, destaco dos hechos que están consignados en el Diario de
debates de la Cámara de Diputados, en las hemerotecas de todos los medios de comunicación de aquella época, en el Archivo General de la Nación y en algunas publicaciones recientes:
1. El posicionamiento público del Partido Acción Nacional. Sus diputados (Christlieb, Preciado Hernández, Conchello, González Morfín, Medina Valdés y otros) desde la tribuna exigieron a Díaz Ordaz el respeto a la autonomía de la UNAM, el retiro inmediato del Ejército de los planteles universitarios y el cese, sin condiciones, de la represión.
Yo, en la explanada de la UNAM, ante decenas de miles de estudiantes y el Comité Nacional de Huelga, cuando Díaz Ordaz tendió la mano a los mexicanos, sostuve: “Acción Nacional deja tendida la mano ensangrentada de un asesino”, al tiempo que advertí a la multitud la peligrosa manipulación que del Movimiento hacían sus líderes. 2. Pasada la masacre, Porfirio Muñoz Ledo pronunció largo, vehemente y elogioso discurso en la Cámara de Diputados. Entre otras cosas dijo: “Como miembro del partido (el PRI) y como mexicano, NADA ME HA CONMOVIDO MÁS HONDAMENTE en el V Informe
(de Díaz Ordaz) que el valor moral y la lucidez histórica con que el presidente de México reitera la confianza en los jóvenes mexicanos”.
Cincuenta años después, don Porfirio (que ha sido miembro de todos los partidos, menos del PAN) ahora de Morena, preside la Cámara de Diputados, y el primero de diciembre entregará la Banda Presidencial, HONDAMENTE CONMO
VIDO, a López Obrador, para iniciar la Cuarta Transformación de la República. ¡El 2 de octubre no se olvida! ¡Viva México! M